El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, consideró "muy importante" que la comunidad internacional hable con los talibanes a fin de facilitar la entrega y distribución de la ayuda humanitaria.
La comunidad internacional debe negociar con los talibanes para evitar una catástrofe humanitaria en Afganistán, afirmó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, este lunes, día en que un primer vuelo comercial aterrizó en Kabul, uno de los primeros signos de normalización del país.
Millones de afganos ya están afectados por una sequía aguda y las consecuencias de la pandemia de la COVID-19. Según la ONU, a falta de apoyo, casi toda la población afgana (97%) puede caer bajo el umbral de la pobreza el año próximo, frente al 72% en la actualidad.
Guterres consideró este lunes "muy importante" que las Naciones Unidas hablen con los talibanes para facilitar la entrega y distribución de la ayuda humanitaria.
"Es imposible prestar ayuda humanitaria en Afganistán sin hablar con las autoridades de facto del país", dijo Guterres en una rueda de prensa al margen de una reunión ministerial en Ginebra que permitirá recaudar más de 600 millones de dólares en ayuda para las organizaciones humanitarias del país.
Francia anunció el desembolso de 100 millones de euros (unos 120 millones de dólares) para ese fin, mientras que Washington aportará 64 millones de euros (75 millones de dólares).
"Si queremos hacer avanzar los derechos humanos del pueblo afgano, la mejor manera es avanzar con la ayuda humanitaria, dialogar con los talibanes y utilizar esa ayuda humanitaria para impulsar la aplicación de esos derechos", dijo Guterres.
"Hago un llamamiento a la comunidad internacional para que encuentre la manera de permitir una inyección de dinero en efectivo en la economía afgana, para permitir que la economía respire y evitar un colapso que tendría consecuencias devastadoras para el pueblo afgano y podría desencadenar un éxodo masivo, con las consecuencias que se pueden imaginar para la estabilidad de los países de la región", agregó.
Primer vuelo comercial
Este lunes un avión de la compañía paquistaní PIA (Pakistan International Airlines) se convirtió en el primer vuelo comercial internacional en aterrizar y despegar en el aeropuerto de Kabul tras la toma del poder por los talibanes, el 15 de agosto.
El aeropuerto había quedado casi inoperativo desde que las fuerzas estadounidenses terminaran su caótica retirada el 30 de agosto, tras una frenética operación de evacuación de más de 120 000 personas.
Unas 70 personas se encontraban a bordo del vuelo hacia Islamabad, la mayoría afganos que eran familiares de personal de organizaciones internacionales como el Banco Mundial, según fuentes aeroportuarias.
"Estoy siendo evacuada. Mi destino final es Tayikistán. Solo regresaré si la situación permite a las mujeres trabajar y moverse libremente", dijo una empleada del Banco Mundial, de 35 años, bajo anonimato.
Un universitario de 22 años dijo que se iba de viaje un mes a Pakistán. "Estoy triste y feliz. Triste por el país, pero feliz de partir por cierto tiempo", señaló.
La reanudación de los vuelos comerciales es una primera señal de normalización económica del país y una prueba para los talibanes que, en repetidas ocasiones, han prometido que dejarán marchar libremente a los afganos con la documentación en regla.
"Muy emocionados"
La semana anterior, dos vuelos chárter de Qatar Airways despegaron para transportar a ciudadanos extranjeros y afganos que no pudieron beneficiarse del gigantesco puente aéreo.
Además, una aerolínea afgana había reiniciado los vuelos domésticos el 3 de septiembre.
Las salas de espera, pasarelas de embarque y otras infraestructuras técnicas del aeropuerto quedaron seriamente dañadas en los días posteriores al retorno de los talibanes, cuando miles de personas huyeron despavoridas hacia ese lugar.
Muchos afganos temen represalias por ayudar a las potencias extranjeras durante los 20 años de ocupación de Estados Unidos y sus aliados, aunque los talibanes prometen una amnistía general, incluyendo a las fuerzas de seguridad contra las que lucharon.
Los fundamentalistas prometieron un régimen más tolerante al impuesto entre 1996 y 2001, pero han enviado señales contrarias como la de prohibir manifestaciones no autorizadas o disparar al aire para disolver protestas.
(Con información de AFP)
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