Vulcanólogos informaron que en cualquier momento se espera una erupción. Vecinos de las tres poblaciones más cercanas a la montaña serán evacuados.
La actividad del volcán Mayón en la región central de Filipinas es ya "muy intensa" con fuertes sacudidas en el interior y flujo continuo de ríos de lava por las gargantas, anunció hoy el Instituto de Vulcanología y Sismología (Philvolcs).
El ruido que procede del interior del monte es cada vez más audible y los chorros de magma que expulsa el cráter se pueden avistar entre las nubes, por lo que en cualquier momento se espera una erupción.
En las últimas 24 horas se han registrado en el interior más de 2.000 explosiones, que se pudieron escuchar desde el puesto de observación del Mayón en Ligñon Hill, a casi doce kilómetros de distancia.
Además, las emisiones tóxicas de dióxido de azufre han superado las 6.500 toneladas diarias, muy por encima de las 500 toneladas que vertía la semana pasada el monte.
Tres poblaciones cercanas al Mayón amanecieron cubiertas por ceniza, aunque los residentes se habían protegido con las máscaras antigás repartidas por los servicios de emergencia.
En las próximas horas se espera tener lista la evacuación de todos los vecinos en un radio de diez kilómetros respecto al cráter, aunque decenas de campesinos desalojados siguen escapándose por la noche para adentrarse en la zona de peligro y atender a sus cosechas y animales.
Según el gobernador de la provincia filipina de Albay, Joey Salceda, algunas personas ya han sido evacuadas por los soldados en tres ocasiones, ignorando el peligro de una erupción, aunque oficialmente ya se ha sacado de allí a unas 50.000 personas, cerca del 85 por ciento de la población.
Desde el domingo por la noche, la actividad del volcán sigue aumentando con temblores y chorros de lava saliendo por encima del cráter.
Puestos de control de militares han sido establecidos por todo el perímetro de seguridad para vigilar que nadie penetre en ella, mientras se mantienen el toque de queda a partir de medianoche y el estado de catástrofe declarados por el gobernador.
En 2006, la última erupción del volcán no causó muertos pero sí dejó una gran acumulación de restos que luego se convirtieron en barro por las lluvias y arrastrados por un tifón, enterraron a 1.300 personas en la ciudad de Legazpi y alrededores.
EFE
El ruido que procede del interior del monte es cada vez más audible y los chorros de magma que expulsa el cráter se pueden avistar entre las nubes, por lo que en cualquier momento se espera una erupción.
En las últimas 24 horas se han registrado en el interior más de 2.000 explosiones, que se pudieron escuchar desde el puesto de observación del Mayón en Ligñon Hill, a casi doce kilómetros de distancia.
Además, las emisiones tóxicas de dióxido de azufre han superado las 6.500 toneladas diarias, muy por encima de las 500 toneladas que vertía la semana pasada el monte.
Tres poblaciones cercanas al Mayón amanecieron cubiertas por ceniza, aunque los residentes se habían protegido con las máscaras antigás repartidas por los servicios de emergencia.
En las próximas horas se espera tener lista la evacuación de todos los vecinos en un radio de diez kilómetros respecto al cráter, aunque decenas de campesinos desalojados siguen escapándose por la noche para adentrarse en la zona de peligro y atender a sus cosechas y animales.
Según el gobernador de la provincia filipina de Albay, Joey Salceda, algunas personas ya han sido evacuadas por los soldados en tres ocasiones, ignorando el peligro de una erupción, aunque oficialmente ya se ha sacado de allí a unas 50.000 personas, cerca del 85 por ciento de la población.
Desde el domingo por la noche, la actividad del volcán sigue aumentando con temblores y chorros de lava saliendo por encima del cráter.
Puestos de control de militares han sido establecidos por todo el perímetro de seguridad para vigilar que nadie penetre en ella, mientras se mantienen el toque de queda a partir de medianoche y el estado de catástrofe declarados por el gobernador.
En 2006, la última erupción del volcán no causó muertos pero sí dejó una gran acumulación de restos que luego se convirtieron en barro por las lluvias y arrastrados por un tifón, enterraron a 1.300 personas en la ciudad de Legazpi y alrededores.
EFE
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