Elizabeth Schneider vive en Seattle, la ciudad más grande del estado de Washington, que registra el mayor número de muertes en Estados Unidos por el COVID-19. Esta doctora en bioingeniería de 37 años comparte su experiencia con la infección.
Una mujer de Estados Unidos que se recuperó del nuevo coronavirus tiene un mensaje simple para quienes están preocupados: no se asuste, pero piense en las personas de alto riesgo y quédese en casa si se siente enfermo.
Elizabeth Schneider vive en Seattle, la ciudad más grande del estado de Washington, que registra el mayor número de muertes en Estados Unidos por el COVID-19. Esta doctora en bioingeniería de 37 años dijo que cuenta lo que le pasó "para dar un poco de esperanza" a través de su experiencia relativamente leve con la infección.
Pero agregó: "No es algo de lo que no se debe hablar por completo, porque hay muchas personas de edad avanzada o con problemas de salud subyacentes. Eso significa que necesitamos estar más atentos para quedarnos en casa, aislarnos de los demás".
Las autoridades sanitarias estadounidenses han dicho, citando estadísticas de China, donde el nuevo virus se reportó por primera vez en diciembre, que el 80% de los casos han sido leves, mientras que los casos que requirieron hospitalización afectaron principalmente a mayores de 60 años y a diabéticos o enfermos cardíacos y pulmonares.
¿Dónde se contagió?
Schneider comenzó a sentir síntomas similares a la gripe el 25 de febrero, tres días después de ir a una fiesta donde, según supo luego, al menos otras cinco personas también se contagiaron. "Me desperté y me sentía cansada, pero no era más de lo que normalmente uno siente cuando tiene que levantarse e ir a trabajar", dijo a la AFP en una entrevista el miércoles.
Al mediodía, sin embargo, tenía dolor de cabeza, fiebre y dolores en el cuerpo. Decidió irse de la oficina a casa. Al despertarse de una siesta, tenía fiebre alta, que llegó a 39,4 grados Celsius esa noche. "En ese momento, comencé a temblar incontrolablemente, y sentía escalofríos y hormigueos en las extremidades", dijo. Recurrió a medicamentos de venta libre para la gripe para tratar los síntomas y puso al tanto a un amigo por si necesitaba acudir a emergencias, pero la fiebre comenzó a bajar con los días.
Schneider había estado informándose sobre el nuevo coronavirus. El primer caso de Estados Unidos se detectó a fines de enero en Washington, ahora el epicentro de la enfermedad con más de 260 casos y al menos dos docenas de muertes. A nivel nacional, ha habido más de 1.100 casos y 30 muertes. Como no tenía los síntomas más comunes, como tos o falta de aire, pensó que "definitivamente" no tenía coronavirus. Se había vacunado contra la gripe, pero supuso que lo suyo era de una cepa diferente.
"Gratamente sorprendida"
Unos días después vio en Facebook que personas que habían estado en la fiesta tenían síntomas similares. Varios fueron al médico y dieron negativo en exámenes de gripe, pero no se les ofrecieron pruebas de coronavirus porque no tosían ni tenían problemas para respirar.
Sabiendo que probablemente tampoco le harían el examen, decidió inscribirse en un programa de investigación llamado Seattle Flu Study. Le enviaron un kit de hisopo nasal, que devolvió por correo y esperó varios días más. "Finalmente me llamó por teléfono uno de los coordinadores de la investigación el sábado (7 de marzo), diciéndome: 'Has dado positivo por COVID-19'", relató.
"Quedé un poco gratamente sorprendida", admitió Schneider, riendo, aunque su madre lloró cuando se lo contó. "Es cierto que probablemente no me habría sentido así si hubiera estado muy enferma", dijo. "Pero desde una perspectiva de curiosidad científica, pensé que era muy interesante. Y también el hecho de que finalmente obtuve la confirmación de que eso era lo que tenía".
"No entre en pánico"
Para entonces el malestar ya había disminuido, y le dijeron que permaneciera en casa durante al menos siete días después del inicio de los síntomas, o 72 horas después de que desaparecieran. Ha pasado una semana desde que se sintió mejor. Ya comenzó a salir a hacer recados, pero sigue evitando reuniones y continúa trabajando desde casa.
Schneider espera que su ejemplo sirva para consolar a otros. "El mensaje es 'No entre en pánico'", dijo Schneider. "Si cree que lo tiene, probablemente lo tenga y debería hacerse la prueba". "Si sus síntomas no son potencialmente mortales, quédese en casa, tome medicamentos de venta libre para bajar la fiebre, beba mucha agua, descanse mucho y vea todos los programas en la tele que quiera ver".
(Con información de AFP)
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