El número de asesinatos, aún siendo menor que otros años, debe servir como una "llamada de atención" para abordar la seguridad de los profesionales de la información.
Un total de 47 reporteros fueron asesinados durante el año 2021 en ataques vinculados al ejercicio de su profesión, la quinta cifra más baja desde 1990, año en que la Federación Internacional de Periodistas comienza a recopilar estos datos; además, constata un importante incremento de encarcelamientos.
El número de asesinatos, aún siendo menor que otros años, debe servir como una "llamada de atención" para abordar la seguridad de los profesionales de la información.
El informe de la FIP, publicado este miércoles, relata las circunstancias de estos asesinatos y denuncia igualmente el importante incremento de encarcelamientos de periodistas por su labor informativa, con 365 reporteros presos frente a los 235 registrados en 2020, en muchos casos "simplemente por cubrir protestas o tratar de informar sobre la crisis del coronavirus".
Los datos apuntan de manera consistente, relata el informe, a que los periodistas son asesinados más habitualmente por cubrir asuntos de manera local y regional que por desplazarse a regiones de conflicto, por lo que piden más esfuerzos a nivel nacional "para asegurar la rendición de cuentas a través de instrucciones e investigaciones independientes".
Además, salvo contadas excepciones donde los asesinatos se investigan y los responsables rinden cuentas, "la cultura de la impunidad sigue protegiendo a los perpetradores y a los autores intelectuales de la responsabilidad por estos asesinatos, negando a las víctimas de la justicia y alimentando más violencia contra los medios de comunicación", alerta el texto.
La Federación destaca especialmente el caso de Afganistán, a la cabeza de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo con nueve asesinatos el año pasado y el lugar donde se vio el mayor desplazamiento forzado de profesionales de la información tras la caída del Gobierno y el retorno de los talibanes, "que nunca habían disimulado su intolerancia hacia los periodistas".
En particular, denuncia el informe, las periodistas "son las que más han tenido que temer" a raíz de las normas extremistas basadas en la negación de los derechos a las mujeres.
En el capítulo dedicado a África, continente en el que murieron nueve periodistas "con impunidad", el informe recuerda a los españoles David Beriain y Roberto Fraile, asesinados en un ataque yihadista en Burkina Faso en abril mientras grababan un documental sobre la caza furtiva.
En el continente americano, por su parte, se registraron diez asesinatos de periodistas; en México, donde tuvieron lugar ocho de ellos, la "violencia estructural" contra los periodistas está "lejos de ser resuelta".
"Este año ha vuelto a mostrar lo duradero de esta crisis en muchas partes del mundo, donde el periodismo continúa siendo una sentencia de muerte para silenciar el reporterismo independiente", apunta el texto.
Además de las detenciones y asesinatos, la FIP denuncia también la aparición de una nueva amenaza a la libertad de prensa con el uso de software de espionaje como Pegasus, creado por la empresa israelí NSO Group, para infiltrar teléfonos móviles de periodistas, defensores de derechos humanos y políticos opositores.
"Con su capacidad para espiar las conversaciones telefónicas, acceder a los contactos y a los correos electrónicos sin levantar una sola sospecha por parte del propietario, Pegasus ha destrozado la seguridad de la mayoría de los dispositivos portátiles. La confidencialidad de las fuentes y la privacidad de las comunicaciones personales de los periodistas ya no pueden darse por sentadas", advierte la FIP.
(Información de Efe)
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