Louisa Ball, una joven inglesa de 15 años, fue diagnosticada en marzo del 2009. Sufre de una patología caracterizada por episodios recurrentes de somnolencia y neurovegetativas.
Llamarla "bella durmiente", le quedaría bien a Louisa Ball, una joven inglesa de 15 años, quien debido a una extraña enfermedad duerme 10 días seguidos involuntariamente. Sin embargo, no es algo que a la muchacha le guste demasiado por su afición a los deportes y las danzas.
Los médicos determinaron que Louisa padece del síndrome Kleine-Levin, que es una patología caracterizada por episodios recurrentes de somnolencia y neurovegetativas. La causa de la enfermedad es desconocida, pero los galenos la relacionan a un mal funcionamiento del hipotálamo, la parte del cerebro que gobierna el apetito y el sueño.
Según informa el diario británico Daily Mail, la joven fue diagnosticada en marzo del 2009 por especialistas del Hospital St George, en Tooting.
Cuenta la señora Lottie, madre de la paciente, que sintió mucho susto cuando empezaron a presentarse los primero indicios de la enfermedad, justo luego de una gripe.
"Entró en una especie de sueño persistente tras la gripe. Solía estar exhausta y parecía no mejorar en absoluto. Empezó a quedarse dormida en la escuela y a decir cosas sin sentido", dijo.
Por su parte, el padre aseguró que su hija no podía hacer otra cosa que dormir. "Nos apresurábamos a alimentarla y llevarla al servicio porque, en cualquier momento, podía caer en trance, como sin sentido", indicó.
Los médicos determinaron que Louisa padece del síndrome Kleine-Levin, que es una patología caracterizada por episodios recurrentes de somnolencia y neurovegetativas. La causa de la enfermedad es desconocida, pero los galenos la relacionan a un mal funcionamiento del hipotálamo, la parte del cerebro que gobierna el apetito y el sueño.
Según informa el diario británico Daily Mail, la joven fue diagnosticada en marzo del 2009 por especialistas del Hospital St George, en Tooting.
Cuenta la señora Lottie, madre de la paciente, que sintió mucho susto cuando empezaron a presentarse los primero indicios de la enfermedad, justo luego de una gripe.
"Entró en una especie de sueño persistente tras la gripe. Solía estar exhausta y parecía no mejorar en absoluto. Empezó a quedarse dormida en la escuela y a decir cosas sin sentido", dijo.
Por su parte, el padre aseguró que su hija no podía hacer otra cosa que dormir. "Nos apresurábamos a alimentarla y llevarla al servicio porque, en cualquier momento, podía caer en trance, como sin sentido", indicó.
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