La violencia y la corrupción son los principales problemas que enfrenta Brasil. Solo en el 2017 se registraron más de 63 mil homicidios, mientras que el caso Lava Jato va dejando más de 120 políticos y empresarios condenados.
El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien asume el poder este 1 de enero, deberá asumir varios retos ante un país, donde urgen las medidas radicales para sacar a Brasil de una aguda crisis económica, altos niveles de violencia y una corrupción sin precedentes por el caso “Lava Jato”.
Economía
La economía es uno de los temas más preocupantes en Brasil. La recesión en el 2015 y 2016 además de un débil crecimiento han provocado 12 millones de desempleados.
"Brasil es un país que tiene una parte de la población que todavía vive en el siglo XIX y otra que ya está en el siglo XXI. No podemos olvidarnos de los que viven en el siglo XIX, porque esa es buena parte de nuestra población", explica el economista Marcelo Neri de la Fundación Getulio Vargas.
La pobreza aumentó en 11% desde el 2016 y en las grandes ciudades los mendigos van ganando terreno. El clamor de la población es general: quieren más trabajo y sueldos justos.
Violencia
Brasil parece estar tomado por los delincuentes. Solo en el 2017 se registraron más de 63 mil homicidios. “Los brasileños realmente están cansados de la violencia y yo, como policía militar, lo sé muy bien. Las pérdidas que tenemos aquí en el estado [de Rio de Janeiro] son incontables. Perdí la cuenta de tantos entierros a los que fui, de amigos, de colegas", señala el subteniente de la Policía de Río de Janeiro, Erick Tostes.
Caminar por Río o Sao Paulo es tan peligroso como hacerlo en Bagdad o Kabul. Si bien no hay yihadistas, las ciudades se encuentran enfermas por el narcotráfico y la violencia. Por eso muchos piden al Gobierno el despliegue de militares; sin embargo, subsiste el miedo al regreso de la represión y las torturas de la última dictadura.
Corrupción
Otra de las pesadillas de los brasileños es la corrupción. El escándalo “Lava Jato” que estalló en el 2014 dejó al país herido. Amalia Guterres, una ama de casa de Brasilia, pide un cambio sustancial.
“Queremos un Brasil mejor, sin corrupción, con personas dignas en el poder que hagan lo que ellos tienen que hacer: gobernar por el pueblo y no por su bolso”, señala.
El caso “Lava Jato” va dejando miles de millones de dólares perdidos por las coimas de Odebrecht y más de 120 políticos y empresarios condenados. Estas heridas tardarán años en sanar y será el nuevo presidente brasileño el encargado de devolver la confianza a un pueblo harto de tantas mentiras y desencantos.
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