Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impulsa la reactivación de la economía golpeada por la pandemia del coronavirus, la propia Casa Blanca lucha contra un brote en su interior.
Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impulsa la reactivación de la economía golpeada por la pandemia del coronavirus, la propia Casa Blanca lucha contra un brote en su interior.
Y frenar un virus altamente contagioso no es una tarea sencilla en el Ala Oeste, epicentro del poder estadounidense, donde el distanciamiento social aconsejado para evitar contagios es, de hecho, muy difícil de aplicar. En los últimos días, dos miembros del personal de la Casa Blanca dieron positivo.
Pero el lunes, horas antes de una conferencia de prensa en los jardines de la Casa Blanca, Trump no hizo referencia al tema, ansioso por proyectar a toda costa, e irresponsablemente según sus detractores, la imagen de un país que superó la COVID-19 y reinicia sus actividades.
"Las cifras del coronavirus están MUCHO mejores, bajando en casi en todas partes. ¡Se ha hecho un enorme progreso!", tuiteó Trump, entre dos ataques contra los medios de comunicación "enemigos del pueblo", y contra su predecesor, el demócrata Barack Obama, quien según el mandatario está en el corazón de un rotundo "Obamagate" del que no ha dado ningún elemento tangible.
A través del prisma distorsionante del cine, el Ala Oeste suele verse inmensa en la imaginación colectiva. Pero este edificio, que alberga la Oficina Oval, los escritorios de los asesores más cercanos del presidente, la sala de prensa y las oficinas de periodistas acreditados, es en realidad un pequeño espacio en el que todos trabajan muy apretados.
Kevin Hassett, asesor económico de Trump, resumió este fin de semana el sentimiento general de manera lacónica: "Da miedo ir a trabajar". Los hechos están ahí: la COVID-19 se está acercando al presidente y al vicepresidente, quienes ahora son examinados a diario.
En un memorando interno publicado el lunes, la Casa Blanca pidió a todos los que trabajan en el Ala Oeste que usen tapabocas al ingresar y al trabajar en el edificio, a menos que estén en su escritorio.
Estados Unidos es, con mucho, el país más afectado del mundo por el nuevo coronavirus, con más de 79.000 muertes. Y si bien la situación está mejorando lentamente en Nueva York, el principal brote estadounidense, la epidemia no logra desacelerarse a nivel nacional.
Para Obama, la situación es clara: la gestión por parte de la Casa Blanca es un "desastre caótico absoluto".
AFP
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