La joven Sophie Sergie, cuyo sueño era convertirse en una destacada bióloga marina, fue violada y asesinada en abril de 1993 en Alaska.
Sophie Sergie era una nativa de Alaska, cuyo sueño era convertirse en una destacada bióloga marina. En abril de 1993, cuando tenía 20 años, decidió abandonar sus estudios que realizaba en la Universidad de Alaska para ahorrar dinero. Entonces ya había conseguido un trabajo de ortodoncia en el oeste.
Una noche antes de partir al oeste se reunió después de tiempo con su amiga Shirley Wasuli y el novio de ésta en dicha casa de estudios. Precisamente, una foto difundida por los periódicos estadounidense grafica a Sophie con una amplia sonrisa y los brazos extendidos.
Cuando estaban cenando pizza, Sophie salió por un cigarrillo. Shirley le sugirió que no lo hiciera en la calle porque hacía demasiado frío, sino más bien cerca de la ventilación del baño. Testigos afirman que la joven estaba con un grupo afuera y vestía un suéter a rayas de colores brillantes.
A la 1:30 de la madrugada, Wasuli buscó a su amiga, pero al no hallarla le dejó una nota pegada en la puerta en la que le avisaba que se iría a otro dormitorio con su novio. A la mañana siguiente, Shirley encontró aún la nota y la cama estaba intacta. Resolvió entonces llamarla a su trabajo de ortodoncia, pero le informaron que no había llegado.
Según The Washington Post, el personal de seguridad de la universidad encontró el cuerpo esa tarde en una bañera en el segundo piso, con su suéter y pantalones a medio quitar. La Policía que examinó la escena del crimen determinó que fue abusada sexualmente, apuñalada en la cara y con orificio de bala en la nuca. Además, encontraron su encendedor de cigarrillos. Sus calcetines y zapatos los tenía puestos. El crimen causó conmoción en Estados Unidos. El agresor nunca fue detenido.
Resolución de caso
Después de 26 años, con los avances tecnológicos que no estaban disponibles en la década de los 90, el crimen fue reabierto por la Unidad de Casos sin Resolver. Los rastros de ADN hallados en la escena del crimen fueron enviados a una compañía con el fin de que desarrolle una prueba de genealogía genética.
El sistema estableció una conexión, pero con una mujer, que resultó ser la tía del agresor. Steven Downs, de 44 años, que había estado en la lista de sospechosos por la policía en ese tiempo, había sido interrogado, pero negaba conocer el hecho y como no había pruebas no pudieron encarcelarlo.
Sin embargo, un amigo suyo que fue interrogado por la Policía declaró que Steven portaba un arma de fuego y ésta precisamente coincidía con el calibre del crimen. De esta manera, la Policía obtuvo la pista que le faltaba para cerrar el círculo.
“Si bien nada puede curar esa pérdida, esperamos que este arresto hoy traiga algún elemento de paz a la familia Sergie", dijo Amanda Price, comisionada del Departamento de Seguridad Pública, en la conferencia del último viernes ante los periodistas.
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