El Departamento de Salud Pública de Illinois determinó que el hospital Advocate Christ, a donde fue llevado con vida el bebé Yovanny Jadiel Lopez, cumplió con los protocolos correspondientes y no necesita presentar un plan correctivo.
El Departamento de Salud Pública de Illinois (Estados Unidos) exoneró este martes de responsabilidad al hospital donde murió el bebé que había sido arrancado del vientre de su madre, Marlen Ochoa, cuya familia denuncia irregularidades en el protocolo llevado a cabo por esa institución ante las autoridades en el caso.
Un reporte de la agencia estatal difundido este martes señaló que el hospital Advocate Christ, a donde fue llevado con vida el bebé Yovanny Jadiel Lopez, cumplió con los protocolos correspondientes y no necesita presentar un plan correctivo.
Yovanny, quien falleció la semana pasada, había sido mantenido vivo en el citado hospital del suburbio de Oak Lawn (Illinois) desde que el 23 de abril fue arrancado del vientre de su madre, lo que le causó severos daños cerebrales debido a la falta de oxígeno.
Conocido el resultado del informe, el centro médico emitió un comunicado en el que agradeció a la agencia estatal por su "exhaustiva" revisión, que muestra que "la atención médica proporcionada y las acciones tomadas" por el "personal fueron apropiadas".
Sin embargo, los familiares del menor pidieron una nueva investigación y clamaron por nuevas leyes que prevengan que recién nacidos lleguen a un hospital en manos de "criminales como Clarissa Figueroa", una de las detenidas por el asesinato de la madre.
"(La investigación) es unilateral. No hay duda que el 23 de abril de 2019 ocurrieron errores en este hospital. Había alertas por todas partes", señaló Julie Contreras, una activista y vocera de la familia Ochoa.
Ochoa, de 19 años embarazada de 9 meses, fue asesinada por dos mujeres, madre e hija, que la atrajeron a una casa en el suroeste de la ciudad con la promesa de donarle ropa y un cochecito, entre otros elementos para el bebé.
Allí la estrangularon y le arrancaron el bebé, que después una de ellas intentó pasar como propio.
Clarisa Figueroa, de 46 años, y su hija Desiree, de 24 años, fueron acusadas formalmente de homicidio en primer grado, mientras que el novio de Clarisa, Piotr Bobak, de 40 años, fue acusado de ocultar un homicidio.
Los detalles del caso conmovieron a la ciudad de Chicago por su crueldad y ganaron atención de la prensa a nivel nacional. EFE
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