James Hamilton lleva 14 años en terapia para sanar las heridas de su pasado doloroso, a causa de los abusos sexuales que sufrió a manos del sacerdote Fernando Karadima, hoy destituido de su cargo por el papa Francisco. Esta es su historia.
"Él me ofreció la visión de que podía recibir la llamada del Señor. Me mostró un mundo maravilloso", evocó James Hamilton, un cirujano chileno, de 50 años, que se hace terribles reproches por haber depositado sus esperanzas en Fernando Karadima, el párroco que traicionó su confianza cuando era un adolescente.
Todo comenzó a principios de 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet, momentos difíciles para Chile por denuncias de asesinatos, desapariciones y crímenes contra los derechos humanos. La Parroquia El Bosque, en Santiago, acogía a las personas de corazón oprimido para consolarlas.
Según la BBC, en esa época Hamilton, un adolescente idealista y su vez acongojado por el contexto político y social que atravesaba su patria, afrontó además otra penuria que lo hizo más vulnerable y presa fácil para cualquier abusador experimentado: Su padre había abandonado su hogar.
Fernando Karadima apareció en ese momento de tempestades en su vida como una luz de esperanza, capaz de calmar con su sabiduría eclesiástica todo su pesar. Le ofreció refugio y James aceptó. Se mostraba carismático, distinguido y comprensivo. "Para una persona joven, era como la abeja y la miel. Era una persona dulce en un mundo de dificultades en el que te la pasabas luchando", relató Hamilton.
"Lo único que podía hacer era unirme al pueblo que luchaba contra Pinochet, principalmente a través de la violencia, o seguir el camino que la Iglesia Católica me había mostrado: los caminos de los santos, de la paz y de vocero de la palabra de Jesús. Quería estudiar medicina, así que mi camino era la no violencia", contó.
“Siempre nos dijo que tenía un don especial, una especie de don milagroso por el cual podía ver en cada joven si había recibido la llamada de Dios. Era casi una especie de santo”, explicó.
Episodios de abuso
Hamilton sintió el llamado de cristo en su corazón cuando fue invitado a ser integrante de Acción Católica, un selecto grupo de jóvenes que escuchaba la prédica de Karadima afueras de la parroquia de Santiago sobre la necesidad de ser humilde, obediente y venerar a los santos.
Karadima no tardó en manifestar su lado sombrío. "Algo muy terrible que ocurría es que cada vez que abusaba de mí, me enviaba a otro sacerdote para que me confesara. Así que me echó toda la culpa a mí. Y este otro sacerdote, que sabía todo, siempre se mantuvo en silencio cuando confesé sobre Karadima. Me dijo: 'Ten paciencia, no te preocupes'", recordó.
"No esperabas que algo así pudiera ocurrir, era algo muy confuso. No era posible que un hombre tan religioso pudiera estar haciendo todas estas cosas por su perversión sexual. No era posible", se lamenta Hamilton, recordando su desconcierto y luego agrega resignado “Obviamente, el que estaba equivocado era yo".
"Muchas fueron las veces traté de distanciarme de Karadima, pero cada vez que lo intentaba él organizaba una especie de reunión con dos o tres obispos y tres o cuatro sacerdotes. Me metían en una habitación y me decían que el diablo estaba dentro de mí", expresó.
Lo denuncia
En el 2004, Hamilton ya era un hombre casado, pero asegura que Karadimas seguía persiguiéndolo enviando obispos y sacerdotes para hablar con su familia. Su esposa a quien le contó su pasado doloroso lo dio todo su apoyo y se armó de valor para denunciarlo. “Sentí que mis hijos estaban en peligro. Especialmente mi niño", dijo.
En el 2011, el Vaticano suspendió las funciones a Fernando Karadima, le ordenaron que llevara una vida de penitencia. El 28 de septiembre de este año, el papa Francisco lo destituyó de su cargo. El sacerdote vivía en un convento con amplios jardines en un sitio de lujo de Santiago.
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