La banda de Jacksonville fue capaz de despertar a un público peruano que empezó el concierto adormitado por el frío, pero que terminó pidiendo más de Fred Durst y compañía.
Las bajas temperaturas que soporta nuestra ciudad se transmiten a la gente. La forma de hablar, de actuar y de sentir revelan que el frío provoca estar en casa, acurrucado bajo una manta a las 10 de la noche; pero la noche del miércoles valió la pena estar a la intemperie para disfrutar del incendio de nu metal llamado Limp Bizkit.
La banda de Jacksonville hizo su aparición en el escenario de la explanada sur del Monumental a las 10:07 de la noche. Fred Durst ingresó con su clásica vestimenta de jugador de los Yankees de Nueva York, gritó “Perú” y disparó el setlist con ‘Fuck off’.
“Quiero ser el primero en decir que estoy feliz de estar en su casa. No sé qué decir; los amo, gracias por venir. Si ustedes tienen la energía, nosotros también la tenemos”, gritó Durst invitando al público a entregarse a la música.
La interpretación de ‘Bring it back’ tuvo que ser interrumpida por el frontman, quien desde la tarima observaba al público con las manos en los bolsillos, protegiéndose del frio. “Despierten o váyanse a casa”, exclamó en el primer llamado de atención del concierto. Vendrían más.
‘My generation’ fue una inyección de potencia, casi como ponerle cuarta velocidad al auto. La pantalla gigante apuntó a una joven que sin reparos desnudó su torso y luego al público que finalmente despegaba del suelo y gritaba.
Sin embargo, para Fred Durst esto no era suficiente. “Quítense los malditos audífonos”, gritó el cantante, antes de invitar a un niño al escenario para que de una demostración de cómo se debe vivir un concierto de Limp Bizkit. El pequeño, quien llevaba puesta una casaca blanquiroja, nunca le perdió el ritmo a ‘My way’ y saltó de principio a fin.
En un nuevo intento por conectarse con el respetable, Durst bajó del escenario y se metió entre el público para cantar ‘Eat you alive’ y gritar “tengo ganas de comer ceviche”. Luego, regresó al estrado para hacer covers de Nirvana y de Metallica; sorprendentemente el efecto fue contrario: los decibeles empezaron a bajar a tercera velocidad. ‘Nookie’ cerró la primera parte del concierto.
La banda volvió a la tarima a las 11:23 p.m. con ‘Behind blue eyes’. En un intento desesperado por que el público despierte, Durst llamó a su asistente personal para que tome el micrófono. “Argentina no estuvo dormida, por favor despierten, ellos son mis hermanos y yo les he dicho que mi país es el mejor, tienen que demostrarlo”, fueron las palabras del joven de ascendencia peruana. Casi como una bofetada, como ponerle quinta velocidad al carro.
‘Take a look around’, ‘Faith’ y ‘Rollin’ sí se vivieron como se debe vivir un concierto de Limp Bizkit; con miles de fanáticos saltando, gritando, cantando, sudando con las manos apuntando al cielo y pidiendo más. Gracias Limp Bizkit por 1 hora 45 minutos de entrega total, por no rendirte hasta quemar esta refrigeradora llamada Lima.
Pablo Timoteo Yovera
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