Se trata de uno de los fragmentos más impactantes del documental "Under African skies".
Hace veinticinco años, Paul Simon se unió a un grupo de músicos sudafricanos, con el "apartheid" aún en vigor, para firmar "Graceland", un álbum inolvidable que se reedita ahora en una versión conmemorativa y cuyo complicado proceso de creación ha reconstruido el documental "Under African skies".
1986, un periodista negro recrimina a Paul Simon que, para grabar su disco "Graceland", haya contado con un grupo de sudafricanos (negros también), rompiendo el embargo de la ONU sobre ese país por su política racista. El artista, incrédulo, dice:"¿Resulta inconcebible que esto haya sido una colaboración entre músicos?".
Se trata de uno de los fragmentos más impactantes del documental "Under African skies", una de las iniciativas con las que el último premio Polar de la Música celebra el 25 aniversario de aquel disco, Grammy al Álbum del Año y producto del encuentro entre el pop estadounidense y sus raíces africanas, con el que Simon -sin Art Garfunkel- se consagró como autor en solitario.
En un momento en el que el Gobierno sudafricano mantenía preso a Nelson Mandela por su lucha en favor de la igualdad de derechos, "Graceland" elevó a la categoría de estrellas mundiales a desconocidos como el guitarrista Ray Phiri, el bajista Bakithi Kumalo o el coro Ladysmith Black Mambazo.
Uno de los momentos más curiosos del documental es ese en el que esos mismos músicos, sometidos en su país a leyes que restringían sus movimientos por el color de su piel, pasean por Nueva York en una limusina conducida por un chófer blanco.
Fue, como lo describen muchos de sus responsables, una vuelta al colegio, a menudo frustrante, que les obligó a reformular los patrones métricos y estructurales tradicionales para acercar dos estilos musicales diversos, hasta conformar canciones que, como "Diamonds on the soles of her shoes", combinaban temáticas típicamente neoyorquinas con "sofisticados" ritmos africanos.
Constituyó además un prodigio de la producción, recuerda Roy Halee, su responsable, que "editó, editó y editó, quitó, puso y recopió" partes para dar coherencia a un álbum que acredita la aportación de más de 50 músicos.
Sudáfrica, Nueva York e incluso los estudios Abbey Road de Londres acogieron su gestación, ajena a implicaciones políticas, que saltaron poco después de su salida al mercado y de su aclamada presentación, en horario de máxima audiencia, en el célebre programa "Saturday Night Live".
Críticas, manifestaciones y hasta amenazas de bomba durante la gira sembraron los meses posteriores a su lanzamiento.
No fue hasta 1987 que la ONU anuló la declaración de Simon como "persona non grata", al entender que su castigo sobre Sudáfrica no debía extenderse también a la población negra.
La célebre presentadora estadounidense Oprah Winfrey, de raza negra, se declara "contagiada" y "abrumada" por el sonido de "Graceland", su disco favorito.
Añade Peter Gabriel que "hizo que la gente quisiera bailar y que el mundo viera que África era algo más que sufrimiento", aunque es el propio Simon el que destaca el papel fundamental que su mejor trabajo en solitario tuvo en la concienciación mundial contra una lacra social: "Graceland puso rostro a las víctimas del "apartheid"".
EFE
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