El rock lleva más de 60 años en nuestro país y ha pasado por diversas etapas. Conversamos con Carlos Torres Rotondo, Fabiola Bazo, Daniel F., Angee Gonzáles, Claudia Maurtua y Alfredo Gálvez sobre esta historia.
Nacional
La ruta del rock nacional ha pasado por una serie de olas de mayor a menor masividad
El Perú, qué duda cabe, es cuna de diversas expresiones musicales que, a lo largo del territorio nacional, se remontan a siglos de historia. Comparadas con ellas, hay otras que llegaron al país de manera reciente y que, sin embargo, han ido situándose como parte de nuestra identidad musical. Ese es el caso del rock.
Según el historiador cultural Carlos Torres Rotondo, en su libro "Demoler" (2018), el rock llegó a nuestro país con la película Blackboard Jungle de 1955. No obstante, el furor juvenil por el nuevo ritmo extranjero despega con el estreno en Lima de Rock Around The Clock, exactamente el 5 de diciembre de 1956.
Pero es partir de los 60 que se forman las primeras bandas nacionales de rock y, en 1964, se grabó el primer LP del género en nuestras tierras: el álbum homónimo de Los Incas Modernos. De esa época, también son Los Sunset, Los Zodiac o Los Saicos, quizá el primer grupo en generar pasiones multitudinarias y tener su propio programa de radio y televisión.
Poco después, llegarían Los Shain's, con Gerardo Manuel al frente; Los Doltons; Los Belking's; Los York's; Traffic Sound, entre otras grandes bandas que hacían las delicias de las matinales y de las fiestas juveniles. Ya en los 70, sería el turno de la consagración de Laghonia, We all together, Telegraph Avenue, Tarkus, Pepper Smeltet, Pax, entre otros que supieron adaptar los nuevos sonidos del rock de la época como el hard rock y la psicodelia.
Esta es la etapa fundacional del rock nacional, con una producción constante y variopinta de bandas que cosechaban seguidores fieles. Con tal panorama, podría pensarse que el Perú estaba destinado a ser un estandarte del rock en Latinoamérica, pero eso nunca sucedió. ¿Por qué?
¿Fue el gobierno militar un bache para el rock?
Se ha dicho mucho acerca de que el gobierno militar, que inició el 3 de octubre de 1968 con Juan Velasco Alvarado, fue el bache infranqueable que detuvo la escena rockera de la época con sus medidas nacionalistas y de supuesto rechazo a todo ritmo que no tuviera un sabor netamente peruano.
Al respecto, Alfredo Gálvez, publicista de profesión y una de las voces representativas de Radio Oxígeno, consideró que las medidas dispuestas por el régimen de esos años terminaron por paralizar, al menos de manera visible, el desarrollo del rock peruano.
"Hay un corte muy grande con el gobierno militar. Lo que hizo fue impedir la importación de una serie de artículos para el país, entre ellos los instrumentos musicales. Entonces, entre que no se escuchaba mucha música extranjera y no había instrumentos, las bandas no tenían cómo sobrevivir y cada quien hizo una vida fuera de la música, oficialmente hablando", señaló para esta nota.
"Lo que hubo fue un corte salvaje de importaciones y cero apoyo de nada. Dejaron a la deriva a los músicos peruanos (…) Nunca hubo ningún apoyo, limitaron la importación de instrumentos, estaba súper mal visto dedicarse al rock, fue todo muy prohibitivo", agregó.
Por su parte, Carlos Torres Rotondo, consultado para esta nota, consideró que la paralización de la escena en esos años no se debió únicamente al régimen velasquista, sino también a otros motivos que incluían a los propios músicos.
"Lo que hubo con Velasco fue que se priorizó el apoyo a grupos básicamente folclóricos de distintos tipos, también música criolla. Pero no hubo una prohibición, no hubo algo legal ahí", sostuvo.
“Lo primero fue que gran parte de los músicos crecieron, acabaron la universidad y decidieron dedicarse a trabajar (…), muchos sintieron como que se acabó un ciclo (...) Hubo también un cambio de gustos del público, surge de forma mucho más visible la música tropical. Son bastantes cosas que van sumando", agregó.
Torres Rotondo indicó que de estos factores ninguno fue "determinante" y todos eran "remontables". No obstante, señaló otra dificultad: que una banda imponga un hit en inglés en el Perú.
"Los grupos, a finales de los años 60, empiezan a cantar en inglés (…) Eso hizo que haya muy buenos grupos con muy buenas canciones, pero es muy difícil que un artista, en el Perú, haga un éxito en inglés con el cual la gente se pueda identificar. Ese fue otro factor que distanció al rock o, en todo caso, lo elitizó y, al elitizarlo, se contribuyó a generar su crisis”, remarcó.
A fines de los 70, el último suspiro de la década a nivel de masividad fue Frágil que, con su álbum "Avenida Larco", logró un tremendo éxito que incluyó conciertos multitudinarios y memorables, y un inicial intento de internacionalización.
Sin embargo, la forma de entender la escena de la, digamos, época dorada del rock en nuestro país había llegado a su fin y nunca más tendría ese nivel de exposición. No obstante, en las calles más oscuras y marginales de Lima y de otras regiones algo estaba surgiendo, un movimiento que buscó romper con cualquier pasado y volver a crearlo todo de nuevo.
El Rock Subterráneo
A fines de los 70 y principios de los 80, una de las pocas formas en que los jóvenes podían acceder a la música de sus bandas favoritas o descubrir nuevos grupos era a través del intercambio de discos, cassettes o grabaciones caseras directamente de las radios o compradas a distribuidores ambulantes. Esto debido al precio altísimo de los originales en plena crisis económica o, simplemente, porque esa música no llegaba a las tiendas.
Debido a esta actividad, se fueron generando redes de intercambios, grupos de amigos y, finalmente, gente interesada en hacer su propia música con lo que tuvieran a la mano, inspirados en las bandas que escuchaban. Eran tiempos de la filosofía punk del "hazlo tú mismo" y de pocos espacios de libre expresión en una sociedad que solo veía a los jóvenes como mano de obra. Fue ahí que apareció el rock subterráneo.
La primera etapa de esta escena tiene como punto álgido el año 1985, con bandas como Narcosis, Guerrilla Urbana, Zcuela Crrada, Autopsia y Leusemia. Las últimas cuatro grabaron un demo conjunto titulado "Volumen 1", mientras que la primera lanzó la maqueta "Primera Dosis", una de las producciones más representativas de la época y del rock nacional en general.
Sin embargo, contra todo pronóstico - y toda lógica - la casa discográfica El Virrey apuesta por lanzar al mercado el LP homónimo de Leusemia.
“Uno de los responsables de esto fue Juan Alberto Mata, un ejecutivo que se la jugó apostando por nosotros, una banda condenada a no figurar en las grandes marquesinas de lo habitual y que nunca haríamos concesiones de ningún tipo. A pesar de todo eso, logró el cometido de publicar un disco con Leusemia”, relató Daniel F., vocalista de Leusemia, para esta nota.
Pese a ello, indicó que fue "el menos entusiasmado con el disco", aunque con los años se acostumbró "a la presencia de este primer trabajo".
"Sabía de las limitaciones técnicas del estudio y de las limitaciones nuestras como intérpretes, como instrumentistas. Jamás hubiéramos sonado como me hubiera gustado sonar, pero, con el tiempo, me amistaría con ese primer disco oficial”, resaltó.
Fuera de este LP, las producciones de las bandas eran netamente artesanales. No obstante, se distribuían con rapidez entre cientos de jóvenes que, en los conciertos, se iban pasando la voz de la existencia de estos trabajos. Poco a poco, la escena fue creciendo, algo nuevo parecía estar gestándose, algo que seguiría creciendo hasta convertirse en algo contundente. Pero no ocurrió.
"La gente empezó a pelearse por tonterías: que tú eres pituco, que yo soy misio y por eso soy el verdadero, y por una intransigencia general hacia el que era distinto. Tú no vas a venir a pegarle a un pata al que le gusta la misma música que a ti - y que no es una música complaciente - porque nació en una familia más o menos pudiente", señaló Carlos Torres Rotondo.
Por su parte, Fabiola Bazo, catedrática y autora de "Desborde Subterráneo" (2017), consideró que las diferencias también tenían que ver con factores políticos.
"En la escena del rock subterráneo (…) había nexos con otro tipo de manifestaciones artísticas. Tienes artistas plásticos (...) que fueron parte muy importante en crear la estética (…) Pero también había rechazo a estos artistas porque había esta posición anti ideológica de que, como no creían en nadie, que venga alguien identificado con la izquierda es porque 'venían a malograr las cosas apolíticas', de que 'acá no estamos con la izquierda ni la derecha'. Eso, por un lado, generó divisiones, que no querían líderes ni ser identificados con un sector político u otro", sostuvo para esta nota.
"Y también las mismas divisiones que ellos trataron, sin éxito, de evitar. Era casi como que querían taparse los ojos y pensar que no vivían en una sociedad tan estratificada. Entonces, cuando comienza a llegar más gente, se comienzan a notar las diferencias y, a los de arriba, no les gusta que les digan que están arriba porque ellos se sienten democráticos (…), bastante horizontales, así se veían, no eran conscientes de sus privilegios", agregó.
Aún con ello, Daniel F., consideró que se logró un "frente común" que marcó su impronta en la historia del rock peruano.
"A pesar de esos colores tan supuestamente antagónicos, se logró llevar adelante todo un proyecto que terminó sacudiendo los estratos de la cultura en el Perú, tan así que, en los días actuales, no se podría confeccionar una historia de la cultura en el país sin ese episodio (…) que se llamó la escena subterránea", puntualizó.
¿Una historia sin mujeres?
En los últimos años, se ha ido poniendo sobre la mesa el papel de las mujeres en la historia del rock nacional. Aunque podemos encontrar nombres como el de Kela Gates en los 60, es innegable que los escenarios estuvieron, básicamente, ocupados por hombres. ¿En los 80 también fue así?
"En ese momento, había una violencia terrible en la calle, te paraba un policía y no se sabía. Y una cosa era que pararan a un chico y otra a una chica. También depende de tu extracción social. Todo eso influía en el trato que te daba un policía", resaltó Fabiola Bazo.
"Además, los padres no te daban permiso para salir. ¿Te vas a un concierto en el Centro? ¡Olvídalo!, no vas, hay toque de queda. Había una cuestión de seguridad personal, de integridad física de las chicas (...) Se debe entender que el contexto no era seguro para las mujeres y sus familias no las dejaban porque ‘la calle era de los hombres y la casa para las mujeres’ Así se pensaba en los 80", agregó.
Pese a esa situación, vale resaltar la presencia de Támira Basallo, guitarrista de Excomulgados y vocalista y bajista de Salón Dadá; Liliana Rojas, segunda voz de Delirios Krónicos; Ofelia Arellano, tecladista de Sor Obscena; y, por supuesto, la figura de Patricia Roncal, mejor conocida como María T-ta, quien formó "La Concha Acústica", banda integrada solo por mujeres.
Respecto a la presencia de María T-ta en la escena subte, Fabiola Bazo señala que, pese a ser un espacio donde se cuestionaba los moldes "del sistema", su mensaje no fue bien recibido.
"No había mujeres y viene alguien como María T-ta y le dicen: 'esta es una escena punk donde queremos ser críticos de la sociedad, ser críticos de la violencia, ser críticos del sistema'. Y ella dice: 'bueno, yo voy a hablar sobre las mujeres y cómo el sistema las trata'. Y los chicos subte dicen ‘no, a nosotros no nos interesa porque no es un tema serio, es un tema de la esfera privada’. No les interesa ese tipo de violencia ni de subordinación", indicó Bazo.
"Sale Patricia a cantar y lo hace sobre la sexualidad femenina que es tabú y ellos no saben qué hacer. Ahí es donde se manifiesta el machismo de los subtes, los descuadró completamente por hablar de esas cosas", añadió.
Tampoco hay que olvidar en la escena más "comercial" a figuras como la chilena Danai y la banda Pateando Latas; y Nina Mutal en La Banda Azul.
Los años 90
Según Carlos Torres Rotondo, durante los 80 se pueden distinguir dos vertientes del rock nacional.
"Una corriente de rock pop comercial que - con la excepción muy notoria de Miki Gonzáles que es un buen músico - hacían una música muy complaciente, ñoña (…); y una segunda escena que era la subterránea. Si quieres se podría decir que eran los de arriba y los de abajo", explicó.
No obstante, tras la implosión del rock subterráneo, los 90 inician con una especie de "nueva clase media" en la escena a la cual se le conoció como "rock alternativo".
"Cuando se reactiva el rock peruano, principalmente a partir del 94, ya no hay dos circuitos sino tres: el circuito comercial, una especie de nueva clase media que no estaba en los 80 que es el llamado rock alternativo, en donde entran algunos músicos que comenzaron siendo subterráneos y que hacen una música, digamos, personal, pero con parámetros más profesionales como Leusemia, Mar de Copas, La Liga del Sueño", señaló Torres Rotondo.
"Por otro lado, el underground se reinventa y siguen saliendo nuevos grupos punk y nuevas tendencias que se quedan en la diversidad musical underground", añadió.
Durante los 90, aparece Los Mojarras, con su apuesta de fusión de rock con sonidos andinos y provenientes de la chicha. Además, vuelven bandas de la década anterior como Voz Propia y Leusemia.
"La escena siguió su curso, las influencias sonoras, la estética, todo era mucho más variado en los 90. Lo más bacán era que las tecnologías al fin habían llegado al país y a las manos de los más jóvenes. Seguíamos siendo una escena bastante complicada y pequeña, pero ya estábamos sacando la cabeza", recordó Daniel F.
Los 90 no solo trajeron nuevas bandas de rock, sino también una forma de interpretar la realidad distinta a la de la generación anterior.
"Hasta los 80, no solo en el Perú sino en el mundo, los jóvenes podían hablar de un horizonte utópico, así sea una utopía nihilista como a veces puede pasar en el punk, pero existía un horizonte. Lo que pasa en los 90 es que ya no hay ese tipo de compromiso", anotó Carlos Torres.
"Puedes comprometerte con causas puntuales, tipo la caída de Fujimori, pero de ahí a pensar que estas cambiando la vida, como creía la mayoría de movimientos vanguardistas, eso ya no sucede. Lo que pasa es que hay grupos concretos que apoyan causas concretas, pero ya no estamos hablando de utopías o rupturas generales a largo plazo", resaltó.
No obstante, los últimos años de la década auguraban buenos vientos para el rock local.
El 18 de abril de 1998, el estadio Manuel Bonilla de Miraflores fue escenario de uno de los primeros festivales peruanos dedicados al rock y con un fin solidario: "Niño Malo".
"Este festival duró dos días y, en uno de ellos, se presentarían los nombres de la palestra más comercial y mediática, aquellos que se pasaban por radio, que eran famosos por televisión, portadas de revistas. En el segundo día irían los más feos de la escena subterránea y ahí estábamos nosotros", recordó Daniel F.
"Al primer día, fueron cerca de 2 mil personas, lo cual nos pareció una cantidad espectacular, imposible de vencer. Al segundo día fueron más de 10 mil que era un hecho increíble, jamás visto. Entonces ahí los sociólogos y antropólogos se empezaron a preguntar: ¿entonces quién ch* son los masivos y los no masivos? Y comenzó a crecer esto (...) Había conciertos muy grandes pero nunca te enterabas, los medios nunca se encargaban de difundir estas cosas ni nada", añadió.
Respecto a la participación de las mujeres en la escena durante esa década, Fabiola Bazo consideró que sí hubo mayor presencia, la cual, según dijo, continua hasta ahora. Un ejemplo de ello es la banda "Ni Voz Ni Voto" (NVNV), cuya vocalista, Claudia Maurtua, inicia su paso por el rock siendo una adolescente.
"Terminando secundaria, en setiembre del ‘94, cuando recibí la invitación a probar algunos temas con lo que luego de un tiempo sería NVNV, no lo dudé ni un momento. Tuve que convencer a mi viejita que me dejara, todavía tenía 16, no le quedó otra, pero eso sí, se aseguró de dónde iba y quiénes eran mis compañeros de banda soplándose un ensayo entero", recordó para esta nota.
"Me encantó el ambiente, los instrumentos, el lenguaje entre músicos, el hablar de música, discutir sobre los grupos de la época -estamos hablando mediados de los 90- y ensayar por ensayar - en aquella época algunos covers de The Cranberries, Aerosmith, Pearl Jam, AIC y cuanta cosa noventera sonaba - sin tener todavía fechas fijas de conciertos; era juntarse y tocar. Quedé enamorada de ser parte de una banda y eso se quedó conmigo hasta hoy", agregó.
Claudia señaló que, desde esos años, pudo abrirse paso en la escena rockera, pese a estar compuesta, mayoritariamente, por hombres.
"El rock en el Perú y en el mundo ha sido, y sigue siendo, un ambiente mayormente de hombres, seamos honestos. Por cada músico mujer existen quizás 10 músicos hombres o más y es usual que las agrupaciones masculinas sean mayoría", indicó.
"Que las mujeres nos hemos hecho un camino en el rock y en la música a lo largo de los años, sí, sin duda, tanto en el Perú y en el mundo (...) Nunca experimenté machismo durante los conciertos con NVNV ni de parte del público, ni de parte de las producciones. En esa época el artista, hombre o mujer, se ganaba el respeto y el cariño y el público con su performance, con lo que transmitía (...) Y se ganaba el respeto y la atención de las producciones de eventos de la misma forma. Creo que tuve suerte. Era de por sí muy llamativo ver una mujer al frente, más aún con el estilo musical con el que salimos", agregó.
Los 2000: ¿una nueva explosión?
Los primeros años del nuevo milenio se vivió una especie de resurgir de la presencia del rock nacional en los medios masivos. De pronto, en las radios juveniles se incluyeron programas dedicados al género con nuevos artistas, las bandas aparecían en los programas de televisión y los conciertos y festivales se hicieron cotidianos en espacios como el desaparecido Marina Park.
En esos años, nombres como Cementerio Club, Campo de Almas, Zen, TK, Trémolo, Mar de Copas, se hicieron sumamente conocidos.
Angie Gonzáles, productora y locutora de radio Oxígeno, consideró que, en esa suerte de "nueva explosión" de rock, un canal transnacional tuvo mucho que ver: MTV Latinoamerica.
"A principios del 2000 ocurre algo muy interesante que es que la MTV abre una rama del sur, nos mira MTV, aparecemos en el mapa junto a Colombia, Argentina. Ahí es que sale Libido, TK, Campo de Almas, que tienen videos y aparecen en ese canal", recordó para esta nota.
"Yo empecé trabajando en Radio Miraflores que apoyaba mucho al rock nacional. Estuve ahí del 2000 al 2002 (...) Era una radio a la que iban los rockeros que estaban empezando y entendí que había una movida de la escena limeña rockera que era sostenida por los fanáticos que llamaban y pedían las canciones", agregó.
Justamente, otro nombre sin el cual no se podría entender este momento de la escena es el de Líbido que, en el 2002, se convierte en el primer grupo peruano en ganar el premio a Mejor Artista Sur-Oeste de la MTV, compitiendo contra La Ley y Los Prisioneros.
"Líbido abrió otra vez una puerta aspiracional al rock nacional porque uno ve en ellos buena música, buenas composiciones, buenos videos, una estética que era algo que las bandas no trabajaban, puesta en escena y eso invitó a que la gente hiciera un mejor trabajo", rememoró Alfredo Gálvez.
Además, las radios masivas abrieron espacios a programas que pasaban música de bandas de la escena underground. Radio Insomnio (Radio América), Tres por Tres (Radio Miraflores), Tránsito y Zona 103 (Radio Nacional), por citar algunos, difundían música de 6 Voltios, Dale Vuelta, La Sarita, D'Mente Común, Metadona, La Pezuña de mi Abuelo, Terreviento, entre otros. De manera menor, también hubo espacios televisivos como TV Insomnio (canal 2) o TV Rock (canal 7).
Incluso hubo lugar para algunos "experimentos" como lo que fue Radio BBVA, un proyecto en conjunto con radio Oxígeno que difundía pop y rock local con énfasis en artistas nuevos. El espacio era conducido por Angee Gonzáles y 'Pelo' Madueño.
No obstante, ese resurgir de inicios de los dosmiles tampoco despegó al punto de consolidar una industria rockera como tal o una movida contundente.
"Ese fue un muy buen momento para el rock peruano, que fue reconocido y tal, pero pasó, lamentablemente, y no fue suficiente para encender una carrera", señaló Angee Gonzáles
"Entra con mucha fuerza el latin que empieza a abarcarlo todo. Son géneros más simples, más alegres, se escuchan en todas partes y son muy bailables. Las emisoras, finalmente, son empresas y van a tratar de buscar lo que la audiencia está empezando a preferir más. Recordemos que el Perú es un país básicamente tropical, no es un país rockero por naturaleza", agregó Alfredo Gálvez.
Y no podrán matarlo
A estas alturas, podemos tener claras dos cosas: más de medio siglo después, el rock se ha convertido en parte de nuestra identidad sonora, lo que no significa que el Perú sea un país rockero, pero sí que el rock siempre encontrará la forma de quedarse y resistir.
"Yo creo que son olas finalmente, son tendencias. Hay un momento en que (el rock) está por alguna coyuntura, por algún video, algún premio y luego no sale de la escena, pero entra en declive y genera que los mismos artistas empiecen a buscar otro tipo de espacios, se junten, toquen juntos", explicó Angee Gonzáles.
En los últimos años, estos "otros espacios" se han logrado consolidar al punto de que mantienen una regularidad y han alcanzado madurez profesional como los festivales "Vivo x el rock" o "Rock en el Parque".
"Los conciertos son mejores de lo que vivíamos en los 80 que eran un desbarajuste desquiciado. No se imaginan el grado de locura que era eso. Ahora es mucho más ordenado, un poco más formal y para bien, con un mayor respeto por las bandas, por su trabajo. De hecho, ese es el cambio más significativo que podría haber, que la música sea tratada como lo que es: no solo una cuestión emotiva o artística sino también un trabajo", indicó Daniel F.
"Los mismos artistas entendimos que es importante sonar bien y tocar bien, el show no lo es todo. Tuvimos muy buenos exponentes a inicios de los 2000, algunos siguen vigentes, y los grupos que vinieron después, cada uno, tuvieron algo interesante que aportar (...) Aplaudo la mayor cantidad de artistas mujeres en la escena, cada una en su estilo. Algunas más tranqui, otras más power, pero mujeres en la música peruana, finalmente; lo aplaudo mil veces", señaló Claudia Maurtua.
No obstante, es importante subrayar los retos que siguen pendientes en el futuro.
"Lo urgente es difusión. Yo ya estaba pensando que el rock ha muerto, pero después del éxito del concierto de G3 en la FIL, tengo esperanzas: auditorio lleno, pogo, lo máximo. El rock no ha muerto, el punk no ha muerto y eso es bueno (...) Difusión y romper las argollas, que los que la han hecho no se olviden de cómo empezaron", opinó Fabiola Bazo.
Respecto a las nuevas bandas que están en camino de darse a conocer, Alfredo Gálvez consideró que es importante que se diferencien con una "apuesta creativa".
"Si nos ponemos a mirar, muchos artistas importantes inciden en su tipo de sonido o en su puesta en escena, en el look. Yo creo que un artista tiene que reunir todos esos elementos, ya no basta con pararse cuatro amigos con jean y polo a tocar solamente, deben ser muy buenos para que eso jale rápidamente", sostuvo.
"Se necesita una puesta en escena, un concepto detrás, mucha promoción, mucho trabajo en redes, contacto con el público, buscar festivales. Yo creo que el público peruano es súper generoso, súper abierto a ese tipo de propuestas. Simplemente, hay que trabajar más y tratar de trabajar unidos para crear una industria. Lo que no hay en el Perú es una industria musical bien formada (...) No es un trabajo individual, el rock peruano tiene que ser un trabajo conjunto", puntualizó.
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