Sujetos desconocidos se llevaron las osamentas y dejaron ataúdes rotos y lápidas dañadas regadas por el camposanto, días previos al Día de los Difuntos.
El último martes se conmemoró el Día de los Difuntos y muchas personas abarrotaron los cementerios para dejar flores, velas, comida, bebidas y dedicarles rezos y canciones a sus seres queridos que pasaron a mejor vida, cada uno con un estilo muy particular.
Sin embargo, unas 40 familias de la ciudad de Caraz, capital de la provincia ancashina de Huaylas, ese día vivieron momentos desagradables e indignantes, pues un igual número de tumbas del cementerio antiguo habían sido profanadas por sujetos desconocidos.
Las pruebas de la profanación
A su paso solo encontraron ataúdes rotos y vacíos, así como lápidas destruidas, regadas por todo el camposanto conformado por diez pabellones. El panorama era desolador, solo se preguntaban qué pasó, quién fue capaz de hacer esto? y la respuesta, obviamente, era solo el silencio de aquel apacible lugar que había sido violentado.
De los restos de sus familiares ni una señal, solo trapos viejos, pues habían sido robados, al parecer, por un grupo de individuos que se dedica a la comercialización de restos óseos, según lo expresó el docente caracino Luis Torres Alegre, quien encontró la lápida del nicho de su padre fuera de su lugar, pero su ataúd estaba intacto.
La comercialización de osamentas
“Parece que los restos los venden a estudiantes”, sostiene el profesor, al agregar que este problema es tan antiguo como el cementerio que data más o menos del año 1911. Sin embargo, nunca las autoridades se han preocupado por garantizar la seguridad del camposanto, agrega.
No obstante, Torres precisa que nunca antes habían profanado una gran cantidad de tumbas como en esta oportunidad e indica que los cadáveres fueron sustraídos en los días previos a conmemorarse el Día de los Difuntos.
Ni los restos de los benefactores de Caraz se salvaron
“Los delincuentes ni siquiera respetaron la cripta donde descansan los benefactores de la ciudad de Caraz, todos ellos también desaparecieron”, expresó el maestro.
Para Luis Torres una solución sería que la beneficencia destine un presupuesto para levantar las paredes del cerco perimétrico del cementerio construido a base de ladrillo y yeso, pues solo de esta manera se evitará que personas de mal vivir puedan ingresar trepando las paredes.
Intentamos conversar con la representante de la Sociedad de Beneficencia Pública de Caraz, Julia Méndez, pero lamentablemente estaba fuera de la ciudad. Solo supimos que conjuntamente con la Policía Nacional han realizado una inspección en el lugar para verificar la denuncia de la población y han dispuesto una investigación, para dar con los responsables.
El cementerio antiguo de Caraz no cuenta con guardián y hace mucho tiempo copó su capacidad, sin embargo, los seres que allí descansan también merecen respeto, al igual que sus familiares, a quienes no solo se les ha robado la tranquilidad, sino también el recuerdo material de los seres que amaron.
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