Procesiones, platos típicos, bebidas y dulces combinan la celebración de una de las fiestas más importantes de la comunidad católica.
Por estos días, el fenómeno de las lluvias azota a varios lugares del país. Uno de ellos es el distrito de Cabana, situado en la provincia ancashina de Pallasca. Sin embargo, lejos de amedrentar a sus pobladores, le ha dado un marco especial a la celebración de una de las fiestas más importantes de la comunidad católica, la Semana Santa.
Como todos los años los campesinos de Aija, Huambo, La Florida, San Martín, San Pedro, entre otros, se preparan para participar en todas las actividades religiosas que se iniciarán este 24 de marzo con el Domingo de Ramos.
Los preparativos de Semana Santa
Con 15 días de anticipación, los mayordomos se encargan de lavar, planchar y perfumar la ropa que lucirán el Señor de Ramos, la virgen María, “La Dolorosa”, el Señor de Jueves y Viernes Santo, así como el padre eterno.
Por su parte, los priostes o devotos dedican parte de su tiempo a labrar cinco o seis arrobas de cera; a preparar chicha, bizcochos, semitas, basitas, rosquetes, paragoll, el delicioso miscucay, el dulce de higo y los exquisitos chochos, bebidas, dulces y potajes que se acostumbra comer en esta fiesta de recogimiento.
Los devotos también tienen el compromiso de cortar los palos de aracabo, suros y magueyes para armar las andas; asimismo, contratar una banda de músicos para animar los actos litúrgicos.
Para este año las imágenes protagonistas de la Semana Santa han sido restauradas y se ha confeccionado una cobertura de acrílico que protegerá de las lluvias el cuerpo yacente del Señor de Viernes.
Con profundo fervor religioso
La celebración se inicia con el Domingo de Ramos. Ese día, la imagen del Señor de Ramos es llevada sobre el lomo de una burrita blanca desde la capilla San José hasta el barrio Trujillo.
El Lunes y Martes Santos los pobladores asisten a la iglesia para orar y acompañar los diversos actos litúrgicos. El miércoles Santo, la procesión se inicia a las nueve de la mañana.
Adelante van las andas del Señor Nazareno cargando su pesada cruz y ayudado por un niño que hace de cirineo, mientras que la Virgen de Dolores, toma el rumbo de los barrios de Pacchamaca y San Jerónimo. Las sagradas efigies, después de un largo recorrido, se dan el encuentro en la plaza principal.
El Jueves Santo a las cuatro de la mañana, muchos pobladores se congregan en el templo. Allí se procede a la fijada del señor que consiste en colocar su imagen sobre una mesa larga, se le unta el cuerpo con aceites y perfumes y enseguida se le crucifica. En tanto, los fieles rezan y entonan las composiciones más sentidas.
Por la tarde, se celebra el lavatorio de los pies. El párroco selecciona a los doce cleriquetes o a doce ancianos del lugar que harán las veces de los doce apóstoles. El acto se desarrolla en la iglesia y luego se pasa al salón principal de la municipalidad, donde se recrea la última cena. Luego se realiza la misa a donde acuden todas las autoridades vestidas de riguroso luto.
El Viernes Santo es un día de ayuno y meditación. Este día se preparan las andas y una enorme cruz. Las casas lucen de duelo. Al mediodía se realiza la disertación sobre las siete palabras a cargo de las personas más preparadas de la ciudad.
Tras la adoración del madero, en la noche se desarrolla la procesión de las andas del Señor de Viernes a lo largo de la calle grande. Sesenta hombres santos con sus respectivos hábitos y descalzos portan las pesadas andas.
EL Sábado de Gloria se visita los diferentes atractivos turísticos de Pallasca y el Domingo de Resurrección después de la misa se da lectura al testamento de Judas, que es una especie de código moral del pueblo.
Por: Yanet Reyes
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