El gobierno se apoya sobre los gobiernos regionales para dar muestras de liderazgo y visión. Pero no logra proponer al país una agenda. Dos economistas destacan dos temas igualmente esenciales: la descentralización y la informalidad
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Después del mega-operativo en Madre de Dios y la creación de la Junta Nacional de Justicia, el gobierno ha tratado de tomar nuevas iniciativas en el marco del llamado GORE Ejecutivo, es decir la reunión entre autoridades del gobierno central y los gobernadores de las 25 regiones de nuestro país. Sin embargo, los esfuerzos por coordinar políticas públicas se estrellan con cuatro frentes de nuestra actualidad política: la lucha contra la corrupción, la inundaciones creadas por lluvias excepcionales, la compleja recomposición de la correlación de fuerzas en el Congreso y el paro de los transportistas.
El gobierno ha sido hasta ahora incapaz de proponer una agenda que organice el debate público y despierte confianza en el futuro. A falta de grandes proyectos de inversión, sin audacia para plantear reformas y careciendo de un apoyo institucional organizado, los ciudadanos nos vemos expuestos cada día a noticias fragmentadas sobre los avances judiciales (Odebrecht, Keiko Fujimori, Callao), sobre las penosas escaramuzas al interior de los partidos y las pequeñas maniobras en la perspectiva de las elecciones del 2021.
Economía y descentralización
Estamos viviendo el período más largo de crecimiento económico de nuestra historia y el próximo mes de abril superaremos la mayor duración que hemos logrado vivir en democracia, es decir los años que transcurrieron entre la elección de Piérola en 1895 y el golpe militar contra Billinghurst en 1914.
A falta de una visión de largo aliento que venga de la clase política, debemos felicitarnos por el esfuerzo de algunos economistas, capaces de pensar el país más allá de coyunturas de corto plazo. Con perspectivas diferentes, ese es el caso de Roberto Abusada del Instituto Peruano de Economía y de Alonso Segura, de Hacer Perú.
El primero, bajo el título de “El Archipiélago Perú” emprende en El Comercio una severa crítica a la manera irresponsable como se implementó la regionalización durante los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García.
“Es uno de los fracasos más grandes que ha sufrido el Perú en las últimas décadas”, fulmina Abusada. No solo no contribuyó con la gobernabilidad del país, sino que además habría “generado un enorme espacio para el dispendio de los recursos presupuestales, y con esto, oportunidades para el conflicto, la disgregación y la corrupción”. ¡Nada menos! Y lo que ya estaba mal, se pone peor por la prohibición de reelección que impide “la continuidad de la labor de los pocos gobernadores que mostraron diligencia, eficacia y honestidad”.
El presidente del IPE concluye proponiendo medidas de urgencia para garantizar una mejor coordinación en servicios de agua y saneamiento, salud, transporte y educación.
Razones políticas
Por su parte, Alonso Segura aborda otro aspecto clave, que algunos consideran el más negativo de nuestra economía: la informalidad. Segura pone a la informalidad en relación con la falta de formación de capital humano y la baja productividad y por eso se refiere a los casos de Corea del Sur y Singapur, cuyo auge actual fue posible por el énfasis puesto en la mejora de la educación.
El exministro de Economía destaca en Gestión la importancia del régimen laboral agrario y del derogado régimen laboral juvenil, destinados a acortar la brecha entre oferta y demanda laboral. Segura se pregunta porqué las reformas no han funcionado en nuestro país. Y contesta: “Porque no han sido políticas de Estado, sea por inadecuación de propuestas o presupuestos, por deficiencias de implementación o por abandono por razones políticas”.
¡Ah, el abandono por razones políticas! Lo conocemos demasiado bien, lo que no conocemos tanto son políticas de Estado sin miedo a la modernidad, ni a perder puntos en las encuestas.
Las cosas como son
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