Es una mala señal que el Perú no esté representado al más alto nivel en la Asamblea General de la ONU. Pero también es una mala señal que la presidenta genere la sensación de indiferencia ante el sufrimiento de tantas víctimas, cuyas “lágrimas” no parece capaz de tomar en cuenta.
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El Pleno del Congreso negó ayer la autorización solicitada por la presidenta Dina Boluarte para participar en la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Es la primera vez que Dina Boluarte no logra los votos necesarios para llevar a cabo un desplazamiento al extranjero.
La negativa del Congreso recuerda los dos rechazos sufridos por Pedro Castillo, a quien se negó un desplazamiento a México y otro al Vaticano, donde había gestionado una cita con el Papa Francisco. El voto adverso de ayer puede anunciar relaciones más difíciles entre el Ejecutivo encabezado por Dina Boluarte y el Congreso.
La mayoría de los analistas ha anticipado que las bancadas parlamentarias podrían cesar su actitud favorable a la presidenta, a medida que se acerquen las elecciones y se mantenga una elevada tasa de desaprobación a Dina Boluarte.
El resultado del voto se obtuvo por la convergencia entre congresistas de los partidos de derecha y congresistas que fueron elegidos en la lista de Perú Libre.
La Cancillería presentó una solicitud de viaje basada en la intervención prevista ante la Asamblea, pero también en reuniones con altos funcionarios de la ONU y con otros presidentes. No se precisó sin embargo con quiénes serían esas reuniones.
En el debate previo al voto se reprochó al gobierno la mala gestión de la crisis de los incendios forestales y la negativa a declarar el estado de emergencia en las regiones más afectadas.
El congresista Alex Paredes, del Bloque Magisterial, solicitó después del voto una reconsideración, que será sometida al Pleno del jueves. Y a pesar de que el Canciller Elmer Schialer ha anunciado su presencia en el Congreso, no podrá producirse un nuevo debate, por tratarse solo de una reconsideración.
Es una mala señal que el Perú no esté representado al más alto nivel en la Asamblea General de la ONU. Pero también es una mala señal que la presidenta genere la sensación de indiferencia ante el sufrimiento de tantas víctimas, cuyas “lágrimas” no parece capaz de tomar en cuenta.
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