Cuando perdió a su esposa después de 56 años de matrimonio, Alejo Hermógenes Ruiz Rubio se sumió en una profunda tristeza, pero decidió buscar consuelo en el sueño que siempre quiso cumplir: ser un profesional.
Don Alejo siempre quiso ser un profesional, pero la vida lo llevó a postergar sus estudios. Trabajó como estibador en el mercado mayorista de Santa Anita y también en el hospital Víctor Larco Herrera, cuidando las áreas verdes y el vivero, pero algo le faltaba.
Estuvo casado durante 56 años, hasta que su esposa falleció y quedó sumido en una profunda tristeza. ¿Qué podía hacer para no sentirse solo? Quizás era el momento de empezar a estudiar una carrera profesional relacionada a su gran pasión: la electrónica.
“Perdí a mi esposa después de 56 años de matrimonio y ya no tenía con quién conversar. Por eso, con el apoyo de mis hijos decidí estudiar en el instituto cercano a mi casa. Me preparé, postulé e ingresé”, explicó a Andina.
Tener 89 años no ha sido un impedimento para que Alejo Hermógenes Ruiz Rubio se gradúe —entre los mejores de su promoción— de electrotécnico industrial, en el Instituto de Educación Superior Tecnológico Público Julio César Tello, en Villa El Salvador.
UNA NUEVA META
Don Alejo no está satisfecho con lo logrado. Su nuevo propósito es ingresar a la Universidad Nacional Agraria La Molina, para lo cual dará la prueba de admisión el próximo 8 de marzo. De aprobar, cumplirá su más grande propósito: convertirse en ingeniero agrónomo.
Pero, ¿de dónde nació su curiosidad por este rubro? Don Alejo descubrió esta inquietud cuando trabajaba en el hospital Larco Herrera, en donde tenía bajo su cuidado más de 1000 plantaciones de plátanos. “También cultivé yuca, palta, tomate, zapallo, choclo”, recuerda y asegura que sus cinco hijos, todos profesionales, lo motivan para cumplir esta meta.
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