El poder, la verdad y la poesía [COLUMNA]

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Se atribuye a Winston Churchill haber dicho que Estados Unidos es el país que siempre aporta soluciones, pero solo después de haber cometido todos los errores posibles. Si la observación del político británico, de madre norteamericana, fuera certera, podemos esperar que la presidencia de Joe Biden corrija algunos de los errores cometidos por su predecesor: minimizar la gravedad de la pandemia, retirar a su país de la Organización Mundial de la Salud, negar el calentamiento global, denigrar a los críticos, atizar las divisiones, desacreditar a la prensa independiente, distorsionar la realidad de la inmigración, legitimar el racismo y el supremacismo blanco, relativizar el valor de la verdad.

A todo eso aludió Biden en su sobrio discurso de inauguración, inspirado por una idea del filósofo San Agustín, fallecido hace 1,600 años, mientras caía el Imperio Romano: una comunidad se constituye en torno a un amor común. ¿Qué amamos en común?, se preguntó el presidente, antes de contestar con aplomo: la dignidad de toda vida humana, la unidad del país, la libertad y la búsqueda de la verdad. Si Biden logra que esos ideales inspiren sus políticas públicas, Estados Unidos podrá superar una época en la que ha terminado por inspirar dudas entre sus aliados más cercanos. La ausencia de Trump de la ceremonia de inauguración es la prueba de que el narcicismo es más potente en él que el respeto a las formas republicanas.

La ceremonia de inauguración expresó la capacidad de Estados Unidos de combinar elementos tradicionales con la apertura al cambio y a la innovación. Los mejores ejemplos son el himno nacional cantado por Lady Gaga o la voz de la portorriqueña Jennifer López resonando después de música militar interpretada por bandas provistas de instrumentos de la época de George Washington. Vale la pena también destacar el papel jugado por una poeta escogida para la ceremonia, Amanda Gorman, de 22 años, a quien se encargó escribir y leer un elogio lírico de la democracia, La colina que subimos. Dar la palabra a un poeta en plena escenificación del poder era una vieja costumbre de las monarquías europeas: Víctor Hugo tuvo la experiencia, también a los 22 años, cuando la entronización del rey Carlos X, aunque el autor de Los Miserables se convirtiera más tarde en republicano convencido.

Kamala Harris fue en sí misma una referencia mayor de la jornada: primera mujer, primera afronorteamericana y primera indo-norteamericana en llegar al segundo cargo del Estado. Su juramentación fue tomada por Sonia Sotomayor, primera latina en la Corte Suprema de Estados Unidos. Harris asistió acompañada por su marido, el abogado Douglas Emhoff, llamado desde ya el Segundo Caballero de la Nación. En Estados Unidos como en el Perú, tendremos que acostumbrarnos a parejas en las que el hombre es un simple acompañante, impedido por lo demás de ejercer su oficio mientras su esposa tenga un cargo público.

No todo sin embargo se redujo a símbolos, rituales y palabras en el día inaugural de Joe Biden. Después de visitar el cementerio nacional de Arlington entró caminando a la Casa Blanca y firmó un total de 17 disposiciones legales que van desde el retorno al acuerdo de París sobre cambio climático y la suspensión del muro con México hasta la cancelación del oleoducto de Keystone, un polémico proyecto de inversión de 8,000 millones de dólares. Biden modificó legislación sobre la inmigración, declaró obligatorio el uso de la mascarilla sanitaria en espacios federales y nombró un Coordinador para la lucha contra el Covid 19. Dispuso asimismo que los funcionarios de confianza firmen un compromiso ético que excluya toda forma de conflicto de interés.

La democracia es el régimen que permite la alternancia. Esperemos que nosotros también sepamos aprovechar la oportunidad que nos ofrecen las elecciones del próximo 11 de abril.

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