Este 24 de marzo se inicia la Semana Santa en el valle del Mantaro con el Domingo de Ramos, fecha muy importante para la comunidad católica huancaína.
La Semana Santa en la ciudad de Huancayo (Junín) tiene sus raíces en los inicios de la evangelización en el valle del Mantaro. Es decir tiene los mismos tintes con que los primeros dominicos y franciscanos realizaron las primeras manifestaciones de fe por los años iniciales del siglo XVIII, desde 1725, y que aún perduran hasta la fecha.
Las primeras parroquias que congregaron a los fieles en torno al triduo pascual fueron las de Santa Fe en Jauja, Sincos, Mito, Ortocuna, Sicaya, y Chongos Bajo por la margen derecha, con la Doctrina de los Dominicos; Apata, Concepción, San Jerónimo y Huancayo por la margen izquierda, a cargo de los franciscanos de Ocopa.
El Domingo de Ramos era y es de ramos y palmas, pero también de los mejores productos de la tierra, como el maíz, cebada, papa, habas y arvejas, todo en un hermoso ramo adornado con las flores silvestres, en una demostración de agradecimiento por los sembríos y de bendición para el fruto de los trabajos en el campo.
La imagen que representaba a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén eran las mejores tallas traídas de España y que se lucían sobre un pollino blanco y casto, adornado de las mejores y más caras frutas, precedidos de los párrocos de entonces, mientras los mayordomos lucías sus mejores galas, porque era un día de fiesta, el Señor del Triunfo que ingresaba cada a la historia contada de la pasión, muerte y resurrección del Señor, en medio de los tatachines místicos contratados en tierras jaujinas, cuna de los músicos.
También las madres piadosas llevaban las flores llamadas de sumaychuncho que recogían de las faldas del nevado del Huaytapallana, todas ellas cubiertas de mantos negros o velos, rezando y cantando al Jesús que ingresaba al pueblo para vivir ocho días santos; madres que antes de salir a la calle para asistir a la misa, dejaban todo listo para el almuerzo familiar o comunitario, consistente en el tradicional mondongo, la chicha, los cuyes que reventaban en las sartenes, muy cerca del aguardiente puro traído de los cañaverales de Pariahuanca o Andamarca.
Así eran los preparativos para la Semana Santa de antes y que hoy todavía se vive en lugares donde la globalización todavía no ha llegado.
Este domingo, algo de las costumbres ancestrales se verá en la bendición de ramos y palmas en la ciudad de Huancayo, cuando el arzobispo de este lugar lea el evangelio del día y explique la razón de la fiesta, en la capilla de La Merced, una de las más antiguas del valle, donde en 1839 se firmó la Constitución de ese año.
Luego se procederá a la procesión del Señor del Triunfo sobre un pollino albo, adornado de frutas que pasará sobre cientos de mantas huancas multicolores por la calle Real hasta la puerta de la iglesia catedral donde el monseñor Pedro Barreto Jimeno presidirá la misa, a plaza llena, bajo un sol serrano matinal todavía fresco.
Doce pollinos y más en Sicaya
El Domingo de Ramos tiene su punto de encuentro más concurrido en la parroquia Santo Domingo de Guzmán de Sicaya, donde se escenifica la entregada de Jesús con doce o más pollinos ricamente ataviados con las más ricas frutas, en medio de cañaverales, ramos y palmas también de plantas de maíz.
Ocurre por la tarde, desde las dos, partiendo de la capilla a la entrada al pueblo, por la calle principal estrecha apretujada por los miles de fieles que rezan y aclaman.
Hay que verlo para contarlo, porque después se desarrollan las fiestas al interior de las viejas casonas, donde hay comida, bebida y, por supuesto, baile a los acordes de bandas y orquestas, indudablemente después de la bendición por el cura del pueblo, fruta bendita, comida bendita, trago también bendito.
Así se celebra el Domingo de Ramos, también como en Chongos Bajo, donde los miles de fieles peregrinan a la capilla del Copón, donde está la Plaza de la Inquisición en la castigaban a los que no creían en Dios.
Por: Lizzet Paz
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