En las manos de María Encarnación Núñez Lasteros se encuentran impregnados años de intenso trabajo en su taller ubicado en Meloq.
María Encarnación Núñez Lasteros es una conocida matrona cusqueña que a la sazón cuenta con noventa años. Sus manos llevan la incomparable marca de la artesana cuyo testimonio de vida transcurrió en medio de los talleres en el fragor de la fabricación de las velas, cirios y ciriones en el Cusco.
La mayoría de los vecinos de calles añejas como Meloq y Tordo consideran que ella y su esposo José Chullucama Peña, que en paz descansa, son pioneros de la cerería en la Ciudad Imperial. Dios les regaló una numerosa familia de 13 hijos, de los cuales solo el octavo, José Félix, practica este trabajo artesanal.
María Núñez Lastero nos relata que ella inició sus actividades en 1940 cuando tenía 20 años. “Aprendí de un compadre la vieja tradición de hacer velas, cirios y ciriones, él me enseñó primero a decorar y luego a mezclar colores y tintes. El aporte que pudimos hacer desde el taller, es que a la forma rústica de confeccionar velas, por entonces, nosotros diseñamos instrumentos como los picadores para marcar adornos, como los "cocos en la superficie de la vela". A esto se suma la sutileza y la femineidad que le da una mujer, dándole gracia y elegancia”.
Los antecedentes de la cerería se ubican hace más de dos mil años cuando los romanos fabricaban las velas con mecha en el viejo continente, para lo que se utilizaba el cebo extraído de vacas y ovejas, las mismas que al quemarse producían mucho humo. Durante la edad media se introdujo en la fabricación de las velas y cirios la cera producida por las abejas, por su costo estaban reservadas para las clases altas y la aristocracia.
En el Cusco, esta tradición vino de España, lugar donde las velas se elaboraban recubriendo paulatinamente las mechas hasta lograr el grosor y el tamaño requeridos, hoy en día se sigue este procedimiento pero en base a parafina.
Los cirios y ciriones en el Cusco tienen diversos tamaños y grosores, al respecto nuestra fuente nos comenta “hoy en día existen cirios hasta de dos a tres metros, pero la mayoría se hacen de 1.80 metros a pedido de mayordomos de las fiestas patronales como la de la Mamacha Natividad que se festeja en estos días”, agrega.
Visitamos casi todos los establecimientos que venden cirios y ciriones, en ellos hay de todos los tamaños, desde los treinta centímetros, cuyo costo es de S/.10 hasta los S/.350 el par de un ciriones de 1.80 metros.
Todos los dueños o conductores de los negocios del ramo, que son alrededor de 15 por esta zona, coinciden en que la familia conformada por los Chullacama Núñez es la precursora de esta actividad que ahora es tradicional y se resiste al embate de los nuevos tiempos.
Otra de las hijas de María Encarnación, Luz María Chullacama, profesora radicada en Arequipa, precisa “la cerería no va a morir nunca, mientras subsistan las tradiciones de festejar a los santos y vírgenes que en el Cusco son más de quince, no solo los que salen en el Corpus Christi, sino otros más, por ejemplo para las festividades de Coyllur’itti los ciriones tienen solo un metro, pero son más gruesos para evitar que se quiebren pues se llevan hasta los 4,500 metros sobre el nivel del mar y más”, precisa.
Finalmente, la venerable matrona nos confiesa, achinando sus ojos y con un mohín de coquetería que “el arte de hacer cirios, es muy antiguo, en el Cusco, mi aporte es haberle dado más gracia y un toque de mujer.
María Núñez, en la tranquilidad de su casa ubicada en la calle Meloq 478, a 10 minutos de la ciudad del Cusco, oferta el producto de su trabajo labrado desde hace 70 años en la tienda “San José”, nombre que le puso en homenaje a su difunto esposo, José Chullucama Peña, quien desde el lugar donde se encuentre, ilumina sus días y su corazón.
Por: Adelayda Letona
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