En Penachí, la Cruz de Yanahuanca permanece en el templo San Mateo Apóstol, cuya construcción data de 1572.
Recuerdo que cuando llegué a trabajar a la escuelita del caserío Lanchaco Bajo, en la parte quechua del distrito de Salas, en la provincia de Lambayeque, lo primero que me contaron los comuneros, era que estábamos cerca de la gruta de la Cruz de Yanahuanca.
Poco tiempo después me enteré que la cruz había sido colocada en una gruta ubicada en la parte más escarpada del pico sur de la gran montaña, que dominaba el valle y que los pobladores conocían como cerro Yanahuanca. Quien colocó la cruz allí fue un fraile, que en la historia es conocido como Fray Abad, religioso franciscano que también dejó la Cruz de Motupe y la Cruz de Olmos.
El fraile frecuentaba el pueblo de Penachí por el año 1850 y desaparecía para subir al mencionado cerro, del cual bajaba los sábados a rezar El Rosario. Y al igual como apareció en la zona de un día para otro, así también desapareció. Pero antes de irse para siempre, comentó a un grupo de comuneros que dejaba una cruz en alguna parte de la mencionada montaña.
La montaña de la neblina
El cerro Yanahuanca tiene más de 2.900 metros sobre el nivel del mar y casi todo del año está coronado por una permanente neblina, que origina una constante llovizna que da nacimiento al río Penachí y a un denso bosque de neblina por donde aún se puede ver a pumas, osos de anteojos, venados, sajinos y otros animales silvestres.
Por la altura de la zona, y por lo lejano que está desde el mismo Penachí -pues los lugareños emplean hasta 4 horas en ir desde el pueblo hasta la gruta- un ambiente de misterio envuelve, junto con la niebla, todo el cerro que es azotado por fuertes vientos huracanados.
A diferencia de las cruces de Motupe y Olmos en que los feligreses pueden visitar a los santos maderos en sus propias grutas en cualquier época del año, la de Yanahuanca recibe a lo largo de los meses solo a los más osados creyentes, que logran trepar, más que caminar, el escarpado camino de piedra y soportar el frío y el fuerte viento, que por ratos da la sensación de que te impide que avances hacia la gruta.
El hallazgo
La Cruz de Yanahuanca fue encontrada un 20 de agosto de 1868 por el pastor Anselmo Rojas Calderón cuando estaba en el cerro buscando su ganado, y al sentarse en una piedra logró divisar la gruta y uno de los brazos de la cruz. Regresó al pueblo y avisó a los comuneros, quienes al día siguiente subieron al cerro y comprobaron el hallazgo.
Desde esa época los comuneros bajan la cruz dos días antes de su fecha central, desde la misma gruta hasta el caserío Potreropampa.
El sagrado madero es bajado por un pequeño grupo de personas debido a lo estrecho y escarpado del sendero, pero a partir de este caserío es acompañada por los danzarines rojos y negros.
En Penachí, la Cruz de Yanahuanca permanece en el templo San Mateo Apóstol, cuya construcción data de 1572, año en que también los españoles desde Motupe comenzaron a cristianizar a los pobladores de la zona pertenecientes a la etnia Penachíes, de donde descienden los pobladores de dicho valle.
La fiesta de la Cruz de Yanahuanca es una festividad llena de colorido y de costumbres ancestrales que se han mantenido casi intactas, debido a que por décadas la zona ha estado casi aislada, pues la vía carrozable recién se abrió en la década de los 80.
Por: Juan Cabrejos Becerra
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