En parte más alta del distrito de Salas, en el valle de San Mateo de Penachí, está el cerro Yanahuanca; y en su parte más escarpada está la famosa y milagrosa Cruz de Yanahuanca.
A pesar del frío y del fuerte viento que se registra desde hace más de un mes, decenas de pobladores de la comunidad campesina San Mateo de Penachí comenzaron la festividad anual en honor a la Cruz de Yanahuanca, santo madero que fue bajado hoy viernes 17 de agosto desde su gruta ubicada en al parte más alta del cerro del cual lleva su nombre, distante a 4 horas de caminata cuesta arriba.
La festividad de la Cruz de Yanahuaca, a diferencia de las cruces de Olmos y Motupe, que son ferias con más contenidos comerciales que religiosos, está llena de colorido y folclor, con expresiones que se transmiten de generación en generación desde hace 400 años y que se han mantenido a lo largo del tiempo, gracias a que la zona estuvo casi aislada del resto de la región.
La bajada
La gruta que alberga a la Cruz de Yanahuanca está en la parte más alta del cerro del mismo nombre, a una altura de 2 mil 900 metros sobre el nivel del mar, en pleno límite de la comunidad campesina de Penachí con el distrito ferreñafano de Incahuasi.
El cerro Yanahuanca casi todo el año está coronado por una permanente neblina que mantiene al denso bosque, por donde aún se puede ver a pumas, osos de anteojos, venados, sajinos y otros animales silvestres, ya desaparecidos en otras zonas lambayecanas.
A esta gruta sube una pequeña delegación de comuneros con la misión de bajar la cruz. Son comuneros que desafían al frío y al viento y tras mucho esfuerzo, bajan con todo cuidado al santo madero hasta la capilla del centro poblado de Potrero Pampa.
El descenso se da desde las 8 de la mañana del 17 de agosto, tras haber sacado a la cruz de su gruta a través de una red de túneles. Por lo escarpado del terreno, los comuneros, cinco en total, caminan de uno en uno, turnándose la sagrada misión de cargar la cruz.
Historia
Todos se preguntan ¿quién colocó a la cruz en una zona tan inhóspita y lejana? Los comuneros señalan que fue Fray Abad, el mismo religioso franciscano que dejó la Cruz de Motupe y la Cruz de Olmos en el cerro Chalpón que ambos distritos comparten.
La historia señala que el fraile frecuentaba al pueblo de Penachí por el año 1850 y desaparecía días para subir al cerro, del cual bajaba los sábados a rezar El Rosario, y dicen que al igual como apareció en la zona, de un día para otro también desapareció, pero antes de irse para siempre, comentó a un grupo de comuneros que dejaba una cruz en alguna parte de la mencionada montaña.
La Cruz de Yanahuanca fue hallada un 20 de agosto de 1868 por el pastor Anselmo Rojas Calderón cuando buscaba su ganado y desde esa fecha los comuneros siempre le celebraron su fiesta, la que por décadas fue ignorada en la costa.
En Penachí, pueblo antiquísimo, la Cruz de Yanahuanca permanece en el templo San Mateo Apóstol, cuya construcción data de 1572, año en que según las crónicas españolas, desde Motupe se comenzó la cristianización de la etnia Penachíes, de donde descienden los pobladores de dicho valle.
Fiesta colorida
Hoy la fiesta de la Cruz de Yanahuanca es una festividad llena de colorido y de costumbres ancestrales que se han mantenido casi intactas, debido a que por décadas la zona ha estado casi aislada, pues la vía carrozable recién se abrió en la década de los 80. La fiesta comenzó el viernes 17 de agosto y el día central será este lunes 20 y terminará el 24 de agosto cuando regresen a la cruz a su gruta.
Los danzarines ponen el toque artístico a la procesión. Son jóvenes que provienen de todos los caseríos de la comunidad. Se escogen a los más fuertes, pues tienen que danzar sin parar por dos días, mientras duren las procesiones y el regreso de la cruz a la gruta.
Es una fiesta donde lo ancestral se mezcla con lo católico, y los comuneros danzarines expresan la fuerza telúrica de su fe en sus frenéticos pasos de la danza con la cual rinden homenaje a la Cruz de Yanahuanca.
Desde Motupe, en las últimas horas, decenas de vehículos han subido hasta Penachí. Ahora se viaja en carro, pero hasta hace 20 años la ruta se hacía a pie, en una caminata que duraba dos días. La fe puede y sustenta todo esfuerzo sobrehumano.
Por: Juan Cabrejos Becerra
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