La violencia nos haría perder a todos [COLUMNA]

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Entre todos los escenarios posibles, el peor que podría producirse es el de estallidos de violencia que engendren más violencia. Al término de una pandemia que ha causado muerte, pobreza y descontento, la tentación de satanizar al adversario y volverlo culpable de todos los males no puede sino llevarnos a desgracias incalculables en las que todos vamos a perder.

Los miembros de colectivos extremistas que anoche han generado desmanes y agresión contra el automóvil del ministro de salud desacreditan a los líderes a los que dicen defender y reniegan los valores fundamentales de la democracia. El presidente Sagasti ha condenado toda forma de intolerancia que desemboca en la voluntad de eliminar al adversario.

Keijo Fujimori ha repudiado la violencia practicada contra personas, contra el ministro Ugarte y contra la propiedad pública y privada. Viviendo en el marco de una polarización política y en el clima de una tensa espera de la proclamación de los resultados electorales, todos los dirigentes responsables deberían unirse para actuar mientras estemos a tiempo.

Vivimos en un país de grandes divisiones geográficas, económicas y étnicas, que se han hecho patentes durante la pandemia. Tenemos que forjar nuestra unidad en torno a la esperanza de sacar lecciones de la pandemia y construir una sociedad sobre bases democráticas y orientada a un desarrollo inclusivo. Ese es nuestro deber de siempre y la mejor manera de conmemorar el bicentenario de nuestra Independencia.

Las cosas como son