El paro de los transportistas en Lima y Callao debería convertirse en un punto de inflexión: es insoportable trabajar cuando crece el número de sicarios dispuestos a matar a los que se niegan a pagar cupos.
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Durante los últimos tiempos hemos visto claramente lo que no funciona en la lucha contra la delincuencia y la criminalidad: minimizar la gravedad de los hechos, relativizar la objetividad de las cifras, maltratar a la Policía, remover a sus mejores elementos, hacer operativos en las calles solo para impresionar, no invertir en inteligencia policial y carecer de un plan.
Todas esas malas políticas nos han llevado a la crisis que se traduce en inseguridad generalizada y también en desconfianza en nuestras autoridades. Por si hiciera falta, una encuesta del IEP publicada ayer confirma el minúsculo 5% de respaldo a la presidenta y al Congreso.
El paro de los transportistas en Lima y Callao debería convertirse en un punto de inflexión: es insoportable trabajar cuando crece el número de sicarios dispuestos a matar a los que se niegan a pagar cupos.
Es una buena señal que el ministerio del Interior haya organizado un operativo de control en los exteriores de 68 cárceles, puesto que hallan o no torres de telecomunicaciones, está claro que jefes de mafias siguen actuando desde el interior de las prisiones.
La experiencia muestra que no ayuda aumentar las penas, como lo prueba el caso de países que siguen aplicando la pena de muerte. Tampoco ayuda cambiar el nombre de los tipos penales, y menos aún el nombre del ministerio del Interior.
Hay cuatro aspectos de la criminalidad que siguen descuidados: 1) El mercado negro de armas de fuego: ¿Cómo entran y cómo salen de nuestro país? 2) Modernizar nuestro sistema de transporte, acabar con la informalidad y reducir el uso de dinero efectivo. Debemos ir al uso general de tarjetas integrales de pago, para evitar que los vehículos terminen las jornadas con grandes sumas en efectivo. 3) Controlar el uso de celulares robados y sin registro. Y 4) Ganar la batalla en las redes sociales, que son usadas para seducir, amenazar y organizar acciones criminales.
Hay que buscar soluciones adaptadas a nuestra realidad y actuar con menos retórica en los campos descuidados.
Las cosas como son
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