El libertador Simón Bolívar y José Faustino Sánchez Carrión son los promotores y fundadores de la primera universidad trujillana.
Durante mis impetuosos años de adolescente, cuando la década de los noventa recién empezaba y la música era mi eventual cómplice de aventuras, nació en mí el nada secreto propósito de ser periodista.
Lamentablemente a inicios de 1996, que hoy parece lejana, la Universidad Nacional de Trujillo (UNT) no habilitaba aún la Escuela de Periodismo, situación que me obligó a virar, no sin real desazón, a las universidades particulares, pero esa es otra historia.
Lo cierto es que desde siempre postular a la UNT representaba experimentar una carga especial de adrenalina extra. Los meses de enjundiosa preparación, las noches de insomnio el emocionante momento del anuncio de los ingresantes en la emisora de moda, no tenían comparación.
Hoy, con la madurez personal adquirida a través de los años, puedo observar a nuestra primera casa de estudios y reconocer su legado sin dejar de señalar sus momentos críticos. La UNT cumple 189 años de historia y su indudable trascendencia académica, social y hasta política no puede soslayarse.
Desde que el libertador Simón Bolívar y el prócer huamachuquino José Faustino Sánchez Carrión expidieron el decreto que oficializó su fundación un 10 de mayo de 1824, la UNT hizo historia al convertirse en la primera universidad fundada en el Perú durante la época republicana.
Renombrados personajes han pasado por sus aulas. Para comprobar tal aseveración sólo basta mencionar algunos nombres como los de César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la Torre, Abundio Sagástegui, Ciro Alegría, Antenor Orrego y Eduardo González Viaña, célebres todos ellos en sus ámbitos respectivos.
Como ágora del saber y campo fértil para la germinación de nuevas corrientes ideológicas, el campus de la UNT no estuvo exento de ser también escenario de ardorosas jornadas de lucha explicables sólo con el ímpetu que caracteriza a los espíritus juveniles.
De esta manera, en el año 2004, la UNT experimentó la crisis más profunda de su vasta historia cuando un grupo de alumnos, por más de 100 días, se rebeló debido a serias denuncias sobre actos de corrupción cometidos por al entonces rector Hubert Rodríguez Nomura.
Aún ahora, recientes versiones sobre presuntos irregularidades en el último examen de admisión ponen en tela de juicio la imagen de rectitud que se había destacado durante los últimos años en la sede universitaria. El tema, sin duda, debe ser aclarado en aras de conservar un prestigio ganado con tesón.
La Universidad Nacional de Trujillo indudablemente es una fuente de información gracias a sus científicos, profesionales de diversos rubros, su apoyo a la cultura, el turismo reflejado en la Huaca de la Luna, museos y el mural más grande de Latinoamérica; convierten a esta institución en un orgullo para propios y extraños.
Por: Davinton Castillo
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