El 51 % de los peruanos sufrieron inseguridad alimentaria durante el 2023; es decir, no pudieron acceder a los alimentos en la calidad y cantidad necesaria, de acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). ¿Qué retos enfrentamos a nivel alimentario en nuestro país y cómo resolverlos?
Hace unos días, la presidenta Dina Boluarte afirmó, en un evento dirigido a mujeres de diversas organizaciones agrarias, que con 10 soles se podía comer "sopa, segundo y hasta postrecito". Estas declaraciones fueron criticadas, sobre todo por organizaciones de ollas comunes que afirman que esto no es posible debido al aumento de precios en nuestro país.
Si un peruano quisiera comer de forma nutritiva y saludable debería gastar un mínimo de 4 dólares por día (15 soles aproximadamente), de acuerdo con cifras del último informe Estado Mundial de la Seguridad Alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En este estudio, analizado por RPP Data, se utilizan indicadores como el precio de los alimentos al consumidor de cada país, tipo de cambio y la comparación con el resto de las naciones, según el nivel de ingresos que tiene su población.
Este monto se ha ido incrementando desde el 2017, cuando acceder a alimentos nutritivos costaba 12 soles diarios. Para Abilia Ramos, lideresa de la olla común 'Nueva Esperanza del Perú' en San Juan de Lurigancho, el contexto actual no garantiza una alimentación de buena calidad. "No puedes cocinar con 10 soles. Un día piensas qué vas a cocinar [un plato específico] y, cuando vas al mercado al día siguiente, encuentras que los precios subieron. El kilo de carne está 30 soles, el kilo de pescado en el mercado cuesta 10 soles. Hay desempleo y alza de precios y la gente vive del día a día buscando cómo alimentarse. Es irreal lo que [la presidenta] dice", sostiene Ramos.
Desde la Red de Ollas Comunes de Lima Metropolitana afirman, además, que el presupuesto que el Estado les asigna por cada beneficiario no es suficiente. En octubre de este año, se reunieron con el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y esta entidad les dijo que les otorgarían 146 millones de soles para el 2025.
"Así en millones suena bastante, entonces preguntamos, ¿cuánto nos tocaría por ración para cada comensal? Y nos dijeron que era un sol con 69 céntimos. Hicimos reclamos y luego nos dimos con la sorpresa que habían aumentado a dos soles [por persona], pero a nosotras no nos informaron. Además, esos dos soles no alcanzan, ¿cómo va a alcanzar si ni un kilo de papa te cuesta dos soles?", sostiene Abilia Ramos.
Índice de hambre grave en 10 regiones
Durante el 2023, más de 12 millones de peruanos estuvieron en déficit calórico; es decir, que ingirieron menos de las 2 200 calorías diarias que necesitan para realizar actividades como estudiar y trabajar y, sobre todo, tener una vida saludable, según un informe del Instituto Peruano de Economía (IPE). "Hemos visto un retroceso importante en indicadores de bienestar. El incremento [del índice del hambre] ha sido más fuerte en zonas urbanas, pero eso no significa que no se haya sentido a lo largo y ancho del país. En todas las regiones ha aumentado", explica Victor Fuentes, economista del IPE.
Según los datos del último Índice Global del Hambre (IGH), diez regiones del Perú se encuentran en un estado de "hambre grave", y el ranking lo encabezan Apurímac, Huancavelica y Ayacucho. "Las consecuencias pueden aparecer en el corto, mediano y largo plazo. La productividad [de los adultos] se puede ver afectada por un menor nivel de atención, y en los niños esto está asociado a enfermedades como anemia o desnutrición", comenta el experto.
Es importante resaltar que el 2023 fue un año de retroceso económico, donde se perdieron empleos y aumentó el nivel de pobreza monetaria al 29 %, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Fuentes agrega que, en este contexto, las familias peruanas experimentaron un aumento de precios en los alimentos, pero no ocurrió lo mismo con sus ingresos, ya que el empleo estaba rezagado, lo que ocasionó dificultades en el acceso a servicios básicos como la alimentación.
Esto también nos situó como el país con la mayor incidencia de inseguridad alimentaria en todo Sudamérica, de acuerdo con el informe de la FAO, lo que se traduce en que el 51 % de los peruanos no logró acceder a los alimentos en la calidad y cantidad necesarias. Y resulta paradójico considerando que esta misma semana nuestro país se convirtió en el mejor destino culinario y cultural del mundo en los World Travel Awards 2024.
¿Cómo respondió el Estado peruano a la grave situación alimentaria que enfrentamos? Para la exministra e investigadora del Instituto de Estudios Peruanos, Carolina Trivelli, las acciones han sido poco efectivas. "Diría que hay dos excepciones: la primera es que se hizo un piloto del programa social 'Juntos' en zonas urbanas, brindándoles una transferencia económica a madres gestantes o con niños pequeños que sí ha funcionado para mejorar los indicadores nutricionales. Lamentablemente, no se ha logrado escalar ese programa", comenta.
Otra de las medidas que menciona Trivelli es que el Midis logró ampliar el apoyo económico a las ollas comunes; sin embargo, "estas medidas fueron muy puntuales, han tenido problemas para ejecutarse y su impacto ha sido muy limitado".
¿Una mejor perspectiva para el 2025?
Desde el Instituto Peruano de Economía (IPE) indican que este 2024 se ha visto un panorama más alentador en términos económicos. La inflación ha vuelto a los niveles a los que estábamos acostumbrados durante muchos años y la tendencia a la baja del crecimiento económico, así como los indicadores de empleo, se empiezan a revertir lentamente. Victor Fuentes, economista del IPE, no descarta que se podría ver una variación en los precios de los productos en épocas de sequía, pero que luego se ajustarán a los precios normales.
"En este contexto de recuperación es importante impulsar la inversión privada y las políticas públicas eficientes que protejan a los más vulnerables. Por ejemplo, en Lima se ha visto un incremento bastante significativo de la pobreza urbana, donde se concentra el 90 % [de las personas que enfrentan] déficit calórico desde el 2019", detalla.
Las ollas comunes, por su parte, se encargan de autogestionar sus propios alimentos para brindar un plato nutritivo a los beneficiarios; sin embargo, las dificultades aún permanecen. "Cuando conseguimos pollo tenemos que dividirlo entre 70 u 80 pedacitos, nadie come una presa entera. Eso es irreal", afirma Abilia Ramos, de la olla común 'Nueva Esperanza del Perú'. Lo que suelen hacer es negociar con empresas privadas que les brindan alimentos a bajo precio y organizar actividades profondos.
Además, trabajan mediante la recuperación de alimentos; es decir, que van a los mercados a pedir en los puestos lo que ya no se puede vender o lo que sobra del día y que esté en buen estado para darle uso.
La exministra Trivelli afirma que se debe aprovechar que el próximo año se espera que la situación económica se estabilice y que haya un cambio para mejora. "Tenemos que aprovechar ese punto de inflexión y que eso nos permita retomar un camino de reducción de la pobreza, inseguridad alimentaria y el hambre. Recordemos que América Latina y el Caribe, desde hace casi tres años, viene mostrando reducciones en inseguridad alimentaria. No es comprensible por qué el Perú no mejora como lo hace el resto del países", puntualiza.
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