¿Realmente comprar barato siempre sale caro?

Se acerca la Navidad y es seguro que muchas personas saldrán a comprar regalos para familiares y seres querido. Por eso este artículo se hace de lectura obligatoria.

Cuando uno quiere comprar un producto siempre hay está el mismo cálculo: que sea de la mejor calidad y tenga el mejor precio. Entonces se negocia con uno mismo. ¿Cuánto puedo ahorrar sacrificando un poco de calidad? Hay personas pocos flexibles con esto y otras le dan prioridad al ahorro. En estas situaciones, sale siempre la misma pregunta: ¿lo barato sale caro? Responde un especialista.

"Comprar barato un producto que no cumple con las expectativas de uso y desempeño que de él tenemos, efectivamente saldrá caro, pues tarde o temprano tendremos que reemplazar el producto por otro de mayor valor que satisfaga nuestra necesidad. Sin embargo, si encontramos un producto que cumple lo que queremos y además es barato, pues en buena hora, ese es el comercio competitivo que debemos impulsar", dice Augusto Mello, director de acreditación y vocero del Instituto Nacional de Calidad (Inacal).

Según el especialista, si la eficiencia energética (ahorro de energía) es una variable importante a tomar en consideración, existen categorías de consumo de energía que los fabricantes están obligados a etiquetar en el producto. Por ejemplo, un producto que consume mucha energía costará menos. Al final un producto barato nos saldrá caro. Igual sucede para productos eléctricos, aquellos que garantizan unas horas de uso de los que no; lo mismo para productos textiles como polos aparentemente baratos, que con un par de lavadas se borra el estampado, etc.

"Desde otro punto de vista, la calidad no es costosa, todo lo contrario. Al hacer las cosas bien se previenen y reducen los defectos en los productos, lo que asegura que el cliente obtenga aquello que necesita y eso sumará en reputación y fidelidad al producto, lo que va a generar una recompra. Un producto de calidad fideliza a tu cliente y hace que tu negocio crezca".