Ejemplos de honradez no se encuentran todos los días Esta es la historia de un taxista que entregó una laptop olvidada en su automóvil.
Era un viernes de agosto del presente año cuando Ambrosio Illanes Calachahuín, de 56 años, transitaba a bordo de su automóvil por el terminal terrestre Manuel A. Odría de la ciudad de Tacna, ofreciendo el servicio de taxi. No se imaginó que se aventuraría en una historia que ahora es admirada por sus colegas y la empresa de radiotaxi en la que trabaja.
Resulta que tres jóvenes, quienes llegaron de la Escuela Técnica Superior de la Policía de Locumba, le pidieron que los llevase a una escuela de manejo.
Al llegar a su destino, los jóvenes- emocionados por la idea de tramitar su brevete de conducir- salieron de su unidad, un automóvil station wagon, color blanco, dejando en la parte posterior de los asientos una maleta.
En esta ocasión, el objeto no fue visto por Ambrosio, quien siempre revisa los asientos a la hora que un pasajero desciende del taxi por lo que continuó realizando sus carreras matinales sin imaginar que en la parte posterior había una computadora personal.
Ambrosio se dio cuenta de la maleta olvidada cuando abrió la puerta trasera del vehículo. Sin pensarlo dos veces, regresó al lugar donde dejó a los jóvenes y pese a buscarlos intensamente, no logró ubicarlos.
Entonces, decidió llevar la maleta a la empresa y estar atento cuando apareciera alguien reclamando el objeto perdido.
El maletín tenía un seguro que tras la combinación correcta de unos números podía abrirse, así que sin conocer el contenido esperó hasta que una persona preguntara por la valija.
Pasaron tres meses y nadie reclamaba el maletín. Es así que los dueños de la empresa y el taxista decidieron abrir la maleta con una herramienta y buscar en su interior algún nombre.
Fue entonces que se dieron cuenta de la presencia de una moderna laptop que también contenía una clave.
Sin embargo, hallaron una pequeña agenda indicando el número de teléfono de Julián Cárdenas, dueño de la maleta, quien al enterarse de la buena noticia no pudo creerlo.
Rápidamente, Cárdenas (57), padre del joven que dejó olvidada la computadora, se apersonó a la empresa y tras digitar el código probó ser el propietario y entregó 100 soles de recompensa a Ambrosio Illanes, quien demostró ser un ejemplo de honradez.
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