¿Volverán las corridas de toros a Trujillo?

Ha transcurrido un año desde la estocada final a la Plaza de Toros de Trujillo (La Libertad), que por casi 70 años albergó parte de la historia taurina de la capital del Concurso Nacional de Marinera.

La edificación ubicada entre las avenidas Eguren y España fue destruida para dar paso a un centro comercial que, curiosamente, se llamará “Plaza Toros”.

Este hecho logró que un sin número de personas contrarias a esta tradición ibérica, expresaran su jolgorio y regocijo.

“No podemos atentar contra animales indefensos”, “No a las corridas”, “la tortura no es un arte ni cultura”, son algunas de las frases populares que con fervor los antitaurinos enarbolaron y enarbolan en nuestro país, sobre todo en Lima.

Sin embargo, hay personajes íconos de este mundo como Mario Vargas Llosa, nobel de Literatura 2010, que firmó un manifiesto de apoyo a las corridas de toros y rechazando la intolerancia de quienes las critican.

No podemos cuestionar los gustos de Vargas Llosa, un hombre símbolo de la cultura Hispanoamérica e inmerso en esta costumbre de varios siglos.

Es decir la polémica siempre estará abierta, si el fútbol despierta pasiones, las corridas de toros también.

El último domingo 12 de enero, el Patronato Cultural Taurino de Trujillo celebró su primer aniversario tras un desfile de toreros, banderilleros y de sus familiares. Este hecho me hizo recordar nuevamente los viejos carros ochenteros que recorrían la ciudad perifoneando: “toros toros toros en Trujillo, toros de pura casta de Salamanca, Paiján y Chuquizongo”.

El presidente de esta novel institución, Antonio Campos, afamado torero trujillano, lamentó que no exista más una plaza en Trujillo, pero dijo que esto no influye en el ánimo de los seguidores de la tauromaquia.

Tanto así que anunció corridas en julio o setiembre pero esta vez en una plaza de toros portátil. La sinceridad de este torero conmueve por tratar de revivir a través del Patronato Cultural Taurino de Trujillo, una actividad que tiene sin duda alguna motivación de generación en generación.

Eso sí, nunca presencie una tarde taurina en la ciudad, y es inevitable pensar si me perdí de algo al no asistir a una corrida, si no experimenté la tan mentada emoción de ver a un hombre luchar contra una fiera o de abusar de ella, según sea el caso.

Por: Davinton Castillo

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