Miles de fieles se rinden a sus pies cada 1 de mayo. Algunos van caminando hasta el santuario ubicado en medio del desierto de Polobaya. Los terremotos destruyeron sus templos, pero la imagen no se dañó.
Cuando le rompieron un dedo a la imagen de la Virgen de Chapi, hubo fieles que creyeron que era la señal de una desgracia. Que algo malo ocurriría en Arequipa. Acudieron a rezarle a la Basílica Catedral un día después de difundida la noticia. Fue a mediados del 2004 cuando la imagen permanecía en la ciudad porque su templo en Polobaya se había destruido con el terremoto de junio del 2001.
Una noche, cuando la iban a sacar en procesión por el Centro Histórico, le rompieron el dedo meñique al colocarle el bastón de peregrina. Los custodios, lejos de pedir la intervención de un experto en restauración, lo pegaron con Triz. Eso indignó más a los fieles. Pero la Virgen de Chapi no desató ninguna desgracia. “Desde 1743, año en que se inició su veneración, no ha hecho más que proteger a Arequipa”, dijo, en esos días, monseñor Luis Sánchez Moreno.
La imagen de la Patrona de Arequipa, nunca había sufrido daño alguno. De hecho, su devoción creció cuando ocurrieron hechos insólitos como en el terremoto de 1868. El sismo derrumbó la pequeña parroquia de Chapi, pero ella fue la única que quedó ilesa entre los escombros. Su devoción traspasó fronteras y se extendió a regiones y países vecinos.
En el terremoto del 2001 tampoco resultó afectada a pesar de que el templo de sillar quedó en ruinas y luego fue demolido. Durante el incendio de 1921, que consumió el altar y gran parte del templo, tampoco sufrió daño. Estos y otros hechos, como la aparición de agua en el desierto (ojo del milagro de Chapi), multiplicaron la devoción por la Virgen de Chapi.
La mayor muestra de la devoción a la Virgen de Chapi se da cada 1 de mayo. Miles de fieles se trasladan hasta su santuario, a dos horas en bus desde Arequipa, para su festividad. Algunos lo hacen a pie. Le prometen a la virgen ir tres o cuatro años seguidos a visitarla. Atraviesan caminando el desierto, durante unas diez horas, hasta llegar al santuario.
También es una devoción que se hereda de generación en generación. Existe la tradición de que los padres de familia lleven a sus hijos para cubrirlos bajo el manto de la virgen.
La sagrada imagen de la Virgen de Chapi, después de la ruptura accidental de su dedo, fue restaurada y se conserva en buen estado. Y cada vez que Arequipa lo requiere, es traída a la ciudad para que derrame sus bendiciones.
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