Comicios presidenciales del próximo domingo 10 se resolverán con toda probabilidad sin la mayoría absoluta de ninguno de los contendientes, por lo que habrá que ir de nuevo a las urnas en junio.
Los cinco candidatos a la Presidencia con posibilidad de pasar a la segunda vuelta afilan sus estrategias en este penúltimo día de campaña, y se ha hecho evidente que el enemigo a batir es el que actualmente tiene mayor popularidad: el nacionalista Ollanta Humala.
Los comicios presidenciales -que se celebran a la vez que los legislativos- del próximo domingo 10 se resolverán con toda probabilidad sin la mayoría absoluta de ninguno de los contendientes, por lo que habrá que ir de nuevo a las urnas en junio.
Aunque en esta última semana está prohibida la difusión de sondeos, los publicados el pasado domingo dejaron claro que Humala tiene una clara ventaja sobre los otros tres mejor situados: el ex presidente Alejandro Toledo, la legisladora Keiko Fujimori (hija del ex presidente preso) y el economista Pedro Pablo Kuczyinski.
Atrás ha quedado el último alcalde de Lima, Luis Castañeda, que se ha desinflado en las encuestas por lo que los analistas han llamado errores de imagen, aunque se da la paradoja de que los sondeos lo dan ganador en todas las hipótesis de paso a segunda vuelta.
Toledo, Fujimori y Kuczyinki han centrado sus ataques contra Ollanta Humala, ayudados por una campaña a la que se han sumado sin rubor varios periódicos y cadenas de televisión que lo tildan de "chavista", "comunista" o "antisistema", y le llegan a reprochar incluso el hecho de contratar a asesores de imagen que ya asesoraron al expresidente brasileño Lula.
Cinco años después de su fulgurante entrada en política -ganó la primera vuelta y perdió contra Alan García por solo 5 puntos de diferencia-, Humala acaricia de nuevo su sueño de llegar a presidente, dado su casi seguro paso a una segunda vuelta.
El nacionalista ha moderado su discurso izquierdista de 2006, pero sin olvidar sus promesas de redistribución de la riqueza y de una mayor justicia social, un discurso que le ha funcionado muy bien, pues comenzó con cifras muy bajas de popularidad y ahora saca una clara distancia a todos los demás.
Sin embargo, el analista Augusto Álvarez Rodrich (de tendencia progresista) señala hoy en un artículo que "aun aceptando que sea cierto que quiere seguir a Lula, (Humala) no ha dado señales de tener la claridad conceptual sobre lo que habría que hacer, y en su equipo hay varios radicales que lo querrán jalar al terreno del intervencionismo".
Ese es el flanco que Alejandro Toledo ha elegido para atacar a Humala: el ex presidente dijo hoy que elegir a Humala es "un salto al vacío, es estatismo, intervencionismo, ahuyenta inversiones y aumenta el desempleo y la pobreza".
Toledo ha sufrido un fenómeno inverso al de Humala: de comenzar siendo el candidato preferido ha caído progresivamente en los sondeos, y ahora se arriesga a estar ausente de esa segunda vuelta.
"Yo represento al Perú profundo", proclama hoy Toledo en una entrevista con La República, intentando vender esa imagen que tan bien le sirvió en 2001 de hombre humilde formado a sí mismo con tesón y estudios y más tarde doctorado en una universidad estadounidense.
Pero los analistas creen que Toledo ha cometido el error en el que no cayó Humala: entrar en polémicas con los demás candidatos y hasta con el presidente de la República, Alan García. El jefe de campaña de Toledo, Carlos Bruce, ha reconocido que esa estrategia confrontacional fue equivocada, pero parece que el "mea culpa" llega tarde.
A Toledo le disputan el segundo lugar Keiko Fujimori, cuyas tasas de apoyo (en torno al 20 %) parecen inamovibles, y Kuczyinski, quien entró en política peruana precisamente de la mano de Toledo y ahora se distanció de su padrino para lanzarse a una campaña en la que su imagen de economista exitoso ha conquistado a muchos jóvenes de los medios urbanos.
El problema de Toledo, Keiko, Kuczyinski y Castañeda, es que todos comparten un espacio ideológico de centro-derecha y ven a Humala como su principal enemigo, pero han sido incapaces de articular una opción común.
EFE
Comparte esta noticia