No sorprende que el Congreso cierre el año con la más baja aprobación popular desde que hay mediciones: apenas 5 %.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
A medida que se alejan los días de plenos sucesivos y de aprobación precipitada de leyes, podemos sopesar con más serenidad algunas de las decisiones adoptadas durante la pasada legislatura. Precisemos que hasta ahora ha resistido lo que parecía una unión contra natura entre la bancada fujimorista, la de Perú Libre, APP de César Acuña y Avanza País.
Pretendiendo ser el primer poder del Estado, los partidos de la Mesa Directiva han conseguido en general las mayorías requeridas, excepto la jornada final, en la que tuvo que postergarse la eventual destitución de los miembros de la Junta Nacional de Justicia. Pero sí lograron la muy discutida elección del defensor del Pueblo, la inhabilitación de la fiscal suprema Zoraida Avalos y la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, que votan en general como el Congreso quiere.
En materia de leyes, la inspiración dominante ha sido populista, puesto que el Congreso carece de una visión de país que inspire sus decisiones. De ahí que los votos respondan a intereses particulares, aunque éstos signifiquen la erosión de las instituciones y la puesta en práctica de contrarreformas. Una de las más notorias es la virtual disolución de las elecciones internas, con el fin de reforzar las cúpulas de los partidos.
En vez de organizar las llamadas elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias -conocidas con el acróstico PASO- el Congreso ha preferido mantener el sistema tradicional que impedirá limitar el número de partidos aptos para presentar candidatos. No les importó que compitan más de 25 partidos, exponiéndonos a lo que ya vivimos el 2021.
El mismo principio populista se puede reconocer en otras leyes aprobadas durante los últimos días, como las acotaciones sobre la figura de la colaboración eficaz, que perturbará la investigación fiscal en casos complejos y vinculados a la clase política. Lo mismo puede notarse en decisiones sobre el bachillerato automático, la ley amazónica y el régimen tributario de las ganancias en la bolsa. No sorprende que el Congreso cierre el año con la más baja aprobación popular desde que hay mediciones: apenas 5 %.
Las cosas como son
Comparte esta noticia