Este viernes culmina el plazo legal de la publicidad electoral relativa al referéndum del domingo. Es posible que muchos ni siquiera lo noten, porque los partidos casi no se han movilizado para cumplir la tarea que les compete.
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Este viernes culmina el plazo legal de la publicidad electoral relativa al referéndum del próximo domingo. Es posible que muchos ni siquiera lo noten, porque los partidos casi no se han movilizado para cumplir la tarea que les compete: informar a los ciudadanos, despejar sus dudas y orientarlos sobre los alcances de las cuatro preguntas que se someten a consulta popular. La campaña no habrá contribuido a que los electores puedan emitir un voto informado. Esta carencia tiene una triple causa: la falta de vida orgánica de los partidos, la apariencia abstracta de las reformas constitucionales y la omnipresencia de temas judiciales ligados a la corrupción.
Más interés han despertado las elecciones regionales en las quince regiones en las que se llevará a cabo una segunda vuelta. Y es que esas autoridades manejan presupuestos y de ellos depende que se mejoren o no los servicios básicos, la infraestructura y la inversión. Pero la eficacia de la acción política no depende solo de las personas que ejercen poder. La tentación de la corrupción es tan antigua como las historias de la Biblia. No hay garantías de eficiencia y honestidad si no funciona bien nuestro sistema judicial, si no disponemos de partidos que seleccionen a los mejores y si el Congreso no es reformado para aprobar leyes adecuadas a nuestras necesidades.
Campañas polémicas
Que baste con el penoso caso de la segunda vuelta en Arequipa, donde el candidato Elmer Cáceres ha desestimado las graves acusaciones por violación sexual, coreando ante sus seguidores: “¿Cuánta plata le habrán pagado a esa gringa para que me quieran destruir a mí y a mi familia? Esto es una campaña de una empresa minera contra mí”. El candidato Cáceres parece creer que todos mienten, que todo se compra y que una mujer que lo denuncia por violación solo puede estar motivada por dinero. Tenemos que acabar con esa cultura del desprecio a la ley. Esa es la motivación de la reforma judicial, restablecer la confianza en nuestras instituciones, comenzando por los jueces.
Algunos dirigentes políticos han tratado de minimizar la importancia del referendo y reducirlo a pura maniobra del presidente Martín Vizcarra. Otros han desnaturalizado el tenor de las reformas propuestas por el Ejecutivo. Incluso hace dos días el Congreso aprobó una ley sobre el financiamiento ilegal de los partidos políticos, pese a que éste es uno de los temas de la consulta popular. El referendo pretende ser el punto de partida de una reacción contra la inercia de la corrupción. Nadie pretende que sea la solución a todos nuestros problemas. Pero no podemos seguir viviendo en el conflicto permanente, en la desconfianza de todos contra todos y en la triste resignación ante el abuso y la impunidad.
Modelo alemán
En materia de partidos políticos, tomemos ejemplo de los mejores. En estos días se celebra el Congreso del más grande partido político de Europa, la Unión Cristiano Demócrata de la canciller Angela Merkel. Delegados de todos los estados federales votarán por una nueva presidenta del partido, que de manera natural será la candidata a reemplazar a Merkel en las elecciones del 2021. Las corrientes del partido libran una competencia leal y nada garantiza que la elegida sea la que propone Angela Merkel, la señora Annegret Kramp-Karrenbauer. Quizás tengamos que acostumbrarnos a este largo y germánico nombre. Pero sobre todo deberíamos imitar el compromiso de los alemanes con sus partidos y su democracia. Si los mejores no asumen responsabilidades, llegaremos al bicentenario con el sabor amargo de la impotencia y la frustración.
Las cosas como son
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