El ciclón Yaku —una vez más— ha puesto a prueba a las autoridades peruanas y su capacidad de reacción. ¿Por qué en 20 o más años seguimos reaccionando ante los eventos naturales y no logramos un nivel de prevención óptimo?
En Chulucanas, ciudad de la provincia de Morropón, en la región Piura, un hombre arriesga su vida intentando cruzar una quebrada rebalsada. Se trata de uno de los pocos caminos para llegar al otro lado. Incluso otros hombres cargan sus mototaxis, que en situaciones normales no tienen problemas para pasar, pero que ahora podrían causar accidentes o simplemente ser arrastrados por la corriente.
Uno de los pobladores, parado en medio de un lodazal, cuenta que les prometieron construir puentes para cruzar sin peligro. Los puentes, claro, nunca llegaron. "Cuando estuvo el presidente [Martín] Vizcarra se comprometió a hacernos un puente, pero hasta ahorita no se hace nada", declara al reportero de RPP Noticias. "De todos los años es la quebrada que baja, hay huaicos, hay muertes, en Sol Sol, en Paccha y en Malingas", detalla. Sol Sol, Paccha y Malingas son centros poblados del norte del Perú, en Piura, hasta donde solo llegan promesas de parte del Estado.
Cada año los titulares son los mismos. Se activan quebradas, las lluvias intensas inundan poblaciones enteras, destruyen viviendas, cobran vidas humanas. En 2021, años después del Niño Costero, que azotó el norte del país en 2017, el programa del gobierno para reedificar y repararlos daños no habían terminado. Ese desastre dejó 101 fallecidos, 140 mil damnificados y casi un millón de afectados en el Perú.
En otras regiones, como La Libertad, que hoy también sufre los estragos del ciclón Yaku, se planificó una megaobra para evitar que diversas quebradas volvieran a producir la inundación de la ciudad de Trujillo que, así como pasó en 2017, también pasó en 1998. En 2022 el proyecto estaba atrasado y, en una rápida búsqueda en la página web de Reconstrucción con Cambios, la última noticia nos informa del inicio de obras del proyecto ribereño de defensas en los ríos Chicama y Virú. La noticia es del 8 de marzo de 2023.
La sensación de andar en círculos y de repetir la historia cada año es altísima. Y las consecuencias en los peruanos que sufren los estrados del temporal opacan los intentos de las autoridades que, producto de 20 (o más) años de trabas y de fracasar en evitar el desborde de ríos y quebradas, suena completamente vacío.
El fenómeno de agarrarnos desprevenidos
Lo que pasa en Piura y La Libertad sucede en Lambayeque, Áncash y más regiones. Y en el Perú existe un hilo conductor. "Venimos sufriendo fenómenos del niño que siempre nos agarran desprevenidos, desde hace muchos años, eso es histórico", comenta Mercedes Ortiz Alcántara, especialista en psicología de emergencias y desastres. "Y sin embargo, cada vez que sucede, solamente estamos reaccionando. Y nos olvidamos de esa persona, vemos a la autoridad (sea el gobernador, el alcalde...) llamando a la autoridad máxima, y entonces se convierte en un desastre nacional", explica.
El primer desastre, sostiene Ortiz Alcántara, es el ciclón Yaku. Pero lo más preocupante es el segundo desastre: el de carácter psicosocial. "Este involucra a una población desorganizada, una comunidad tugurizada, que ha perdido de vista dónde ha construido su casa, porque tienen títulos de propiedad entregados por autoridades que debieron decir que no construyan ahí... entonces ¿la autoridad es cómplice o no?".
Solo en el distrito Limeño de San Juan de Lurigancho, el más poblado de Lima, 100 mil personas están en peligro por la crecida del río Rímac, declaró a RPP Noticias el alcalde Jesús Maldonado. A su derecha estaba el ministro de Educación, Óscar Becerra, quien decretó la suspensión de clases en la costa peruana desde Tumbes hasta Lima y Callao. "Estamos desarrollando una nueva cultura de prevención, que no hemos tenido", sostuvo Becerra, agregando lo evidente: "por eso incluso [hubo] algunas reacciones negativas, que los niños van a perder clases, que no tengo dónde dejar a mis hijos... la realidad es que tenemos que proteger a nuestros hijos, lo principal es la vida".
Pero, ¿que pasa cuando para proteger la vida —de niños y adultos— solo ponemos curitas y no atacamos la enfermedad? "Hay dos cosas fundamentales", señala Mercedes Ortiz Alcántara. "Primero: la falta de preparación. Una autoridad responsable tiene prepararse, estudiar, conocer. ¿Cuál es la herramienta que está utilizando el Indeci en este momento para poder tener información? Se llama Evaluación de Daños y Análisis y Necesidades (EDAN). ¿La autoridad está certificada? Y yo sé que Indeci hace un esfuerzo a nivel nacional, pero las autoridades cambian tan rápido... qué están haciendo los prefectos, a la autoridad política tienes que darles herramientas para que puedan ejercer su función con eficiencia".
Finalmente, podría resumirse todo en un tema de empatía, señala Ortiz Alcántara. Algo de lo que adolecen varias autoridades para ponerse en los zapatos de los peruanos afectados. "La empatía tiene que nacer, es una cualidad que podemos ir mejorando. Yo no podría afirmar que el cien por ciento de las autoridades tienen empatía, no es así. Lamentablemente existen autoridades que solamente están para la foto y la gente necesita creer en sus autoridades, necesita volver a confiar, porque luego emergen [en la ciudadanía] desprotección, miedo, impotencia... y en el otro lado tiene que estar la autoridad con la empatía para garantizarle que estará bien".
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