En el Perú la mayoría de las constituciones que han tenido vigencia a lo largo de nuestra historia han sido elaboradas bajo regímenes autoritarios que buscaban legitimarse. Un cambio de constitución debe ser fruto de un debate amplio y sereno.
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Desde sus orígenes en la antigüedad griega y su resurgimiento en la Edad Media, una Constitución es un sistema de principios y de reglas que define los derechos fundamentales de las personas y el modo de funcionamiento de las instituciones. Cada una de las leyes, los decretos y las resoluciones se inscribe en el marco definido por la Constitución. En el Perú la mayoría de las constituciones que han tenido vigencia a lo largo de nuestra historia han sido elaboradas bajo regímenes autoritarios que buscaban legitimarse. Un cambio de constitución debe ser fruto de un debate amplio y sereno. ¿Alguien puede creer razonablemente que las actuales circunstancias de crisis sanitaria, económica y política ofrecen las garantías para ese debate? Nos hallamos a poco más de cuatro meses de elecciones generales, lo que permitirá que los 24 partidos inscritos hagan propuestas que serán aceptadas o rechazadas por los electores. ¿Por qué perturbar las ya convocadas elecciones con una propuesta, que, es cierto corresponde a las estrategias de partidos como el Frente Amplio y la UPP? Quienes dicen que se trata de una tendencia regional parecen inspirarse en el ejemplo de Venezuela que ha dado pésimos resultados, aunque, en efecto, haya tenido influencia en los cambios de constitución en la Bolivia de Evo Morales y el Ecuador de Rafael Correa. Tampoco es un ejemplo pertinente el de Chile, porque la Constitución de Pinochet bloqueaba los cambios del sistema político y electoral, mientras que nosotros hemos reformado aspectos cruciales de esos sistemas. Y se halla en marcha un debate sobre la creación de una segunda cámara en el Congreso. Por eso tiene razón el presidente Sagasti, quien ha sostenido que el eventual cambio de la Constitución es una tarea que deberá ser asumida por el próximo gobierno, surgido del voto popular y no del actual gobierno de transición, surgido de una grave crisis política.
Algunos de los actores de esa crisis política reaparecieron anoche para dar sus versiones de parte y tratar de reperfilar su papel futuro. Martín Vizcarra criticó al Tribunal Constitucional y anunció que podría ser candidato al Congreso, mientras que Manuel Merino afirmó que se solidarizaba con la juventud, cuyo “hartazgo real reconoció”. Sin embargo, Merino interpreta que el hartazgo tiene que ver con decepciones acumuladas a lo largo de décadas y no reconoce el rechazo que causó la manera como, en su segundo intento de vacancia, llegó a la presidencia de la República.
Mientras algunos sueñan con grandes proyectos de refundación o con la continuación de sus carreras políticas, otros intentan comprender los cambios sociales y el protagonismo de una nueva generación. La socióloga Noelia Chávez la ha denominado Generación del Bicentenario, en referencia a la Generación del Centenario, que se aglutinó hace cien años en torno a historiadores de la Universidad de San Marcos como Raúl Porras Barrenechea, Jorge Basadre y Luis Alberto Sánchez. En 1921 se trataba de hacer un balance de un siglo de caudillismo y de integrar a la Nación a quienes por entonces eran mayoría marginada: la población indígena. ¿Qué contenido político y social tiene la conmemoración a la que nos acercamos? El gerente de la Consultora Arellano Marketing, Rolando Arellano Bahamonde sostiene que la movilización de la juventud es expresión de la voluntad de participar en una sociedad y un mercado que garanticen la transparencia y el juego limpio. Según él, la vacancia presidencial habría encarnado el maltrato y las maniobras que los jóvenes rechazan para sí mismos. Durante los próximos días, veremos con más claridad qué proponen los candidatos y qué lectura hacen de la crisis política y de la propuesta de cambiar nuestra constitución.
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