Diversos historiadores consultados por RPP Noticias comentan sobre cómo es que será recordado el expresidente. El mandatario estuvo acusado actos ilícitos y de corrupción, pero no pisó la cárcel.
Alan García ha dejado de existir, pero el dos veces presidente de la República deja un legado político al partido de la estrella. El exmandatario fue de los políticos más hábiles del Perú. A pesar de estar envuelto en diversos escándalos de corrupción nunca pisó la cárcel.
La mañana de este 17 de abril atentó contra su vida con un disparo en la cabeza y falleció horas después en el hospital Casimiro Ulloa. Este acto evitó que sea detenido en cumplimiento de una orden judicial en el marco del caso Lava Jato, por cargos que él consideró injustos. Hasta el último día de su vida dijo que nunca fue un corrupto.
El historiador Juan Luis Orrego explica que la muerte del expresidente es “una herencia trágica”. “Es el único presidente del Perú que ha muerto en esas circunstancias. Eso es lo que se va a comentar en los próximos tiempos”, explica a RPP Noticias.
Por otro lado, para el historiador Daniel Parodi, el recuerdo de Alan García va a ser negativo; sin embargo, no descarta que los años harán que esta imagen cambie. “De aquí a 10, a 20 años se comenzará a hacer un balance de lo que ha sido su trayectoria, de sus gobiernos y definitivamente algunos aspectos positivos aparecerán”, comentó.
Los gobiernos de Alan García estuvieron ensombrecidos por sospechas y pruebas preliminares de actos ilícitos o de corrupción. Sin embargo, los allegados al Partido Aprista consideran que todas estas acusaciones forman parte de una persecución política.
“Alan García prácticamente destruyo al partido aprista. Alan García no quiso un partido político, quiso una maquinaria electoral que se le fuese útil cuando la necesitaba y prefirió llenar el partido de personajes intrascendentes que no le hiciesen sombra y que le resultasen obsecuentes”, afirma Daniel Parodi.
Nacido para ser político
Admirado y cuestionado. Alan García llegó a la escena política muy joven y consiguió con apenas 35 años la presidencia del Perú. Su primer, gobierno de corte populista, generó, sin embargo, una hiperinflación de la que nos costaría salir.
Al caer el fujimorismo en el 2001, la corte suprema declaró prescritos los delitos por los que era perseguido y pudo regresar para tentar nuevamente la Presidencia de la República.
Alan García fue “un personaje que ha tenido mucho poder, eso es innegable. Tanto así que ha tenido una gran capacidad de sobreponerse a las adversidades políticas. Entró al gobierno con un apoyo nada desdeñable. Durante sus dos primeros gobiernos tuvo una popularidad alta. Y pese a que tuvo un gobierno desastroso, fue llevado por segunda vez a la presidencia. El país confió nuevamente en él”, comenta Juan Luis Orrego.
El Partido Aprista siempre consideró que su segunda gestión fue exitosa. Sin embargo, la figura de Alan García fue perdiendo las preferencias de la ciudadanía. Logró apenas un 5.8% de respaldo cuando postuló en las elecciones del 2016.
Para Juan Luis Orrego, “cambia el damero político, nadie sabe lo que va a pasar con el Apra. No sabemos si Alan García habrá dejado un testamento político (sin embargo, dejó una carta final). No es ningún secreto que Alan García manejaba el partido a su libre discreción”.
Además, explica que el “Apra se encuentra cuando muere Haya de la Torre” y este último no dejó ningún sucesor. Entonces el Apra entra como un paréntesis, en una pugna por el poder que es difícil de prever.
El historiador Joseph Dager, también consultado por RPP, comenta que hay aspectos positivos y negativos que rescatar de la vida de Alan García. “Yo diría que dentro aspectos positivos, fue una elección popular. El pueblo democráticamente lo eligió en dos oportunidades”, comenta.
“Lo más negativo en ambas gestiones es que es un ejemplo de esto que podríamos llamar una democracia en construcción asediada por la corrupción", opina Dager.
Será el pueblo peruano y la historia quienes decidirán cómo quedará el recuerdo de Alan García en los anaqueles de la historia. En su última entrevista televisada, el expresidente lanzó una frase que más que declarativa, parecía premonitoria: "Yo confío en la historia. Soy cristiano. Creo en la vida después de la muerte. Creo en la historia y, si me permite, creo en tener un pequeño sitio en la historia del Perú".
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