"Nos oponemos a cualquier forma de caza de ballenas con fines comerciales bajo la pantalla de búsqueda científica", señaló el país oceánico ante la Corte Internacional de Justicia.
Australia dudó hoy en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de los fines científicos del programa de investigación con el que Japón autoriza la caza de ballenas en la Antártica, y aseguró que los objetivos nipones violan resoluciones legales internacionales y persiguen fines comerciales.
"Australia se opone a cualquier forma de caza de ballenas con fines comerciales bajo la pantalla de búsqueda científica", indicó el vocal de la delegación australiana Bill Campbell en su alegato ante los jueces de la CIJ.
El alto tribunal inició hoy una serie de audiencias en las que Australia y Japón presentarán sus argumentos en el contencioso que les enfrenta ante ese tribunal de la ONU, con sede en La Haya.
Campbell sostuvo hoy que el programa de investigación japonés "simplemente no es ciencia", al tiempo que puso en tela de juicio que se apliquen métodos científicos como la propuesta de hipótesis y la respuesta sistemática, con revisiones periódicas de las mismas.
Japón abandonó la caza de ballenas en 1986 por una moratoria internacional, pero la retomó un año después bajo un programa con fines científicos (JARPA II) autorizado por la comisión ballenera, a pesar del escepticismo de muchas asociaciones y países.
"El objetivo de ese programa es mantener la producción comercial de la industria ballenera" de Japón, aseguró también en la sala del alto tribunal el jurista de la delegación australiana Justin Gleeson.
Australia, que presentó la demanda contra Japón en mayo de 2010, acusa a este país de violar la Convención Internacional para la Reglamentación de la Caza de Ballena (ICRW, por sus siglas en inglés), firmada en 1946 para promover la conservación de estos mamíferos y desarrollar la industria ballenera de manera sostenible.
Para las autoridades australianas, Japón transgrede específicamente su obligación de cumplir el mandato de moratoria total de la caza con fines comerciales que entró en vigor en 1986.
Tokio defiende que su programa está amparado por el artículo VIII de la Convención de 1946, que permite la caza de ballena con fines científicos.
EFE
Comparte esta noticia