Científicos ingleses descubrieron residuos de grasa láctea en los fragmentos de 34 vasijas de cerámica perforadas que se habrían utilizado para colar la leche y fabricar queso.
Los primeros productores de queso de los que se tiene constancia vivieron en la actual Polonia durante el Neolítico, hace unos 7.500 años, según revela un estudio británico basado en el hallazgo de unas vasijas.
Un equipo de la Universidad de Bristol (sur de Inglaterra) descubrió residuos de grasa láctea en los fragmentos de 34 vasijas de cerámica perforadas que se habrían utilizado para colar la leche y fabricar queso, según un estudio publicado hoy en la revista "Nature".
Los restos fueron hallados en la región de Cuyavia (centro de Polonia) y datan de alrededor del año 5.400 a.C., una época en la que la agricultura se extendió desde los Balcanes hasta Italia y Europa del Este, según explica el investigador británico Richard Evershed.
De este período datan también otros recipientes con perforaciones encontrados en el Reino Unido, Dinamarca y el sureste de Europa, que los científicos han interpretado como coladores para la fabricación de queso, pero en los que no se habían podido hallar restos lácteos.
Por ello, las vasijas descubiertas en Polonia se han convertido en el indicio directo más antiguo de la producción de queso y sugieren que este lácteo apareció en las primeras etapas de la agricultura, inmediatamente después de la domesticación de los animales, apunta Evershed.
Pinturas y escrituras datadas del tercer milenio antes de Cristo ya explican el proceso de producción del queso, pero los investigadores buscaban pruebas que demostrasen que su origen fue anterior.
La introducción de los lácteos en la dieta fue una innovación importante en las primeras etapas de la agricultura, cuando la leche se convirtió en un ingrediente esencial de los agricultores prehistóricos.
La producción de queso fue un "avance crucial" no sólo porque permitió preservar la leche en un formato menos perecedero y más fácil de transportar, sino porque también facilitó su digestión, ya que es muy probable que estos primeros agricultores fuesen intolerantes a la lactosa, señala Evershed.
EFE
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