Como proceso de aceptación de la realidad, el duelo es positivo. Sin embargo, si se le relaciona persistentemente con la tristeza, puede resultar tóxico para la salud mental.
El Día de Todos los Santos es una fecha en la que se conmemora a todos aquellos santos sin un día específico en el calendario para su recuerdo. También existe la tradición extendida de visitar los cementerios para honrar a los familiares difuntos.
En estas fechas, la idea del duelo está presente en la psique humana. Aquella construcción social que tiene como objetivo comprender, asimilar y aceptar una realidad trágica: la pérdida física de una persona querida, como define la psicoterapeuta Maribel Villegas a RPP Noticias.
La especialista señala que el duelo puede manifestarse según las costumbres sociales de la persona que lo atraviesa. “Lo puedes vivir con amor o con sufrimiento”, explica Villegas.
En una entrevista pasada, el psiquiatra Humberto Castillo señaló que es importante reconocer la diferencia entre el luto y el duelo. El primero es una construcción social de cómo expresar el duelo; el segundo sí es proceso emocional natural del ser humano que se caracteriza por tener cuatro fases. "La ira, la negociación, la depresión y la aceptación", precisa Castillo.
¿Qué pasa en el cuerpo humano mientras se vive el duelo?
El médico neurólogo Danilo Sánchez, del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN), señala que el cerebro reacciona según la costumbre social de la persona. Esto significa que asume determinados comportamientos e ideologías que son regulados por el lóbulo frontal: área cerebral encargada de dirigir los aspectos espirituales y las idiosincrasias frente a la muerte y los fallecidos.
“Cuando un niño nace, no lo hace con las costumbres heredadas. Eso se va formando con los patrones culturales acumulados a nivel cerebral a través de circuitos que se encuentran en lóbulo frontal, una zona del cerebro que conduce la parte moral y social de la persona”, manifiesta Sánchez.
El lóbulo frontal está relacionado al sistema límbico, agrega el neurólogo, que sirve de conexión entre las estructuras corticales y subcorticales del cerebro. Dicho centro neurológico regula las emociones y los sentimientos como la pena, el miedo, la tristeza.
La psicoterapeuta Maribel Villegas sostiene que al existir un componente cultural a la hora de manifestar el duelo, existe la posibilidad de dañar nuestra salud mental si este no se supera.
Esto sucede "si cada vez que voy al cementerio me pongo triste. Si me conecto con la pena, con el dolor, eso no sería saludable. Sería incluso tóxico porque estamos hablando de un duelo abierto, un dolor que no se ha terminado de asimilar”, afirma.
Villegas recomienda que cuando se visite a un ser querido que ha fallecido, viva su recuerdo con alegría. Incluso con chistes o música como lo hacen algunas culturas y familias. "Eso permite recordar con amor a esa persona en mi vida", finaliza.
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