Infección intestinal, insolación, deshidratación, conjuntivitis son algunos de los males que afectan a los más pequeños en esta época del año.
El aumento progresivo del calor relaja los hábitos y costumbres, no sólo de los adultos, sino, de preferencia de los niños, presentándose por consiguiente una serie de enfermedades comunes, pero de sencilla solución, sostuvo María Goñez del Águila, pediatra del Policlínico Pablo Bermúdez de EsSalud,
Una de ellas, señaló, es la infección intestinal, producida por la mala preparación o manipulación de los alimentos o conservación de los mismos. Provocada, también, por ingerir bebidas, zumos o jugos fermentados, que generan diarreas o vómitos y que puede convertirse en una gastroenterocolitis debido a la presencia de virus o bacterias.
En ambos casos, puntualizó, con la rehidratación oral progresiva y sostenida, se podrá rehabilitar al niño, sin acudir a un centro asistencial.
De otro lado, la prolongada permanencia de los niños en piscinas o playas de aguas estancadas, donde el líquido no se renueva puede provocar la otitis. “El escozor y la humedad en el conducto auditivo, acompañado por dolor al tocar la zona o al masticar los alimentos, son los signos más característicos”, precisó.
La recomendación básica para los padres, subrayó Goñez del Águila, es secar bien los oídos cuando los niños salgan del agua evitando en dicho aseo el uso de hisopos de algodón. “Unos días alejados del mar o la piscina y el posterior uso de tapones para sumergirse en el agua, evitará que esta dolencia se repita”, recalcó.
Añadió que la insolación y la deshidratación, están ligadas. En el primer caso, esta se produce por la exposición prolongada al sol que pueden provocar mareos, dolor de cabeza o abdominal y piel seca, como síntomas más saltantes. “Lo aconsejable, es proveer al niño de un protector solar superior al factor 30. Así como evitar la exposición al sol entre las 10 de la mañana y cuatro de la tarde”. Actividad que para los menores de cuatro años, debe ser totalmente prohibida, informó la especialista.
Respecto a la deshidratación, comentó que el excesivo calor los hace sudar más, por ello se les debe brindar más líquidos. Ante la evidencia de piel seca, ojos hundidos, escasez de saliva, lágrimas o poca orina. Además de rehidratarlo, se le ubicará en un ambiente fresco, dándole alimentos de fácil digestión como arroz, pollo o pescado, entre otros.
Otra amenaza de la estación para el niño, puede ser la conjuntivitis cuyos síntomas son notorios de reconocer: lagrimeo, escozor, fotofobia o rechazo a la luz solar y ojos rojos. Esta es provocada por los rayos solares, exceso de cloro en las piscinas, la contaminación ambiental y la falta de higiene, principalmente de las manos. “En los niños se podría decir, además, que la falta de una buena higiene nasal provoca que el niño arrastre la mucosidad hacia las conjuntivas, infectándolas”, subrayó.
La faringitis y la laringitis, producidas por el consumo de bebidas frías o heladas, pueden derivar en enfermedades respiratorias en los pequeños, acotó Goñez del Águila. Advirtiendo que también es frecuente la presencia de hongos en los niños, sea por caminar en playas o piscinas públicas, descalzos o con calzado sintético que mantienen húmedo los pies por un tiempo muy prolongado.
Finalmente, alentó a los padres a aprender a reconocer estas enfermedades estacionales para enfrentarlas con éxito como un primer paso antes de acudir a la consulta médica.
“Con una breve y prudente exposición al sol, un adecuado protector solar e hidratación permanente. Así como, lavar bien las frutas y verduras que consuman y el correcto aseo de las manos para ingerir los alimentos de los menores, se podrá evitar que los niños se enfermen fácilmente en esta calurosa temporada”, concluyó.
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