Los árboles, además de darnos oxígeno y belleza, nos cuentan historias.
El cuerpo humano registra la fecha de sus heridas. Examinando la cicatriz de tu pierna, la ciencia puede determinar en qué año te caíste de la bicicleta. Los cuerpos de los árboles son muy similares: recuerdan las glaciaciones, las plagas, los incendios o terremotos y todos y cada uno de los intentos de invasión que han sufrido a lo largo de sus vidas.
Esa información está grabada con precisión en sus anillos. La dendrocronología es la ciencia que estudia esas fiables bases de datos. Un investigador especializado puede obtener de ellos mucha información sobre el pasado, presente y futuro del ambiente y sus componentes.
No es necesario talar árboles para realizar estos estudios. Usando taladros especiales se pueden obtener pequeñas porciones del tronco de los anillos de crecimiento de un grupo de árboles de una población. En vista de que el crecimiento de los árboles puede haber sido influenciado por diversas variables, es necesario utilizar técnicas específicas para descifrar procesos ecológicos particulares. Las especies y lugares donde se realizan las colectas de testigos se seleccionan según el objetivo del estudio.
Dato. CIENCIACTIVA, en un esfuerzo por promover esta disciplina, financió el curso-taller “Dendrocronología y sus aplicaciones hidroclimáticas y ecológicas” en la Universidad Continental de Huancayo el pasado octubre. El objetivo fue capacitar a profesionales y estudiantes en la aplicación de técnicas dendrocronológicas para la generación de base de datos y su aplicación en la conservación de los recursos naturales.
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