La alianza de tres grandes empresas con el gobierno regional de Arequipa y ProInversión permitió levantar el moderno puente Chilina, que conecta a cinco distritos de la Ciudad Blanca.
Su nombre oficial es ‘Vía troncal interconectora entre los distritos de Miraflores, Alto Selva Alegre, Yanahuara, Cayma y Cerro Colorado – Arequipa’. Los residentes de la Ciudad Blanca la conocen como Puente Chilina. Pero al margen de la denominación, lo importante es la magnitud de la obra: un portento de ingeniería, un puente de 562 metros de longitud que atraviesa la campiña arequipeña y es capaz de resistir un terremoto de 9 grados en la escala Richter.
Para Arequipa, una ciudad en constante crecimiento y cada vez más moderna, contar con esta vía era una necesidad urgente. El Puente Chilina descongestiona las rutas que conectan el centro de la ciudad con su zona norte y las partes altas. Las rutas habituales ya estaban saturadas y los tiempos de circulación eran cada vez mayores, lo que a su vez se traducía en un aumento del estrés y de la contaminación ambiental. “Ahora, un viaje que solía demorar una hora, toma la mitad de tiempo”, destaca Javier Miranda Giraldo, un taxista con años de experiencia. Pero los beneficios no solamente alcanzan a los transportistas. Para el resto de la población arequipeña se abren nuevas posibilidades de estudio y trabajo, antes limitadas por el tiempo que demandaba moverse por la ciudad.
La necesidad de esta vía se venía discutiendo desde hace al menos 20 años, pero por su alto costo y la magnitud del reto ingenieril, estaba fuera del alcance de las autoridades regionales y locales. Hacerla realidad tomó 22 meses y demandó una inversión de más de S/240 millones. De no ser por la iniciativa de ProInversión y del Gobierno Regional de Arequipa, todavía seguiría en la carpeta de proyectos.
El mecanismo de Obras por Impuestos, que permite que las empresas privadas se involucren en desarrollos de alto impacto social, ha permitido que el Puente Chilina sea una realidad. Tres grandes empresas –Interbank, Backus y Southern Copper Corporation– cogieron el guante y formaron un consorcio para llevar adelante esta obra de magnitud monumental. Pero antes de que se iniciara la construcción, el expediente técnico fue mejorado y se incluyeron componentes que incrementaron su impacto positivo. La aprobación corrió por cuenta del Gobierno Regional, en el marco de los lineamientos del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP).
Cuando el proyecto obtuvo luz verde empezó el despliegue de grúas, montacargas, obreros e ingenieros. Durante 22 meses, la población arequipeña pudo apreciar en vivo y en directo, con sorpresa y admiración, el proceso de edificación de un puente de más de medio kilómetro de longitud, un espectáculo en sí mismo. Como evoca Eduardo Valdiviezo Moya, vecino de 62 años: “Un solo día había grúas, obreros e ingenieros trabajando, y ahora estoy parado sobre él. Es increíble”. Ahora, más de 700 mil personas disfrutan los beneficios de un puente que mejora su calidad de vida y, a la vez, ayuda a preservar el bello paisaje de la campiña arequipeña.
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