Convencido de que la educación es importante para contribuir al desarrollo de su pueblo, don Guillermo continúa buscando oportunidades para innovar en su taller de soldadura.
A sus 64 años, Guillermo Rojas Enríquez recuerda el día en que vistió toga, birrete y fue elegido para dar unas emotivas palabras en su ceremonia de graduación. En el 2018, don Guillermo se convirtió en el único residente de Mara que ganó la Beca Técnico-Productiva Repared, que en aquel año realizaba ya su cuarta convocatoria nacional.
Vive en el distrito de Mara, provincia de Cotabambas, región Apurímac, donde más de seis mil peruanos se dedican a la agricultura. Gracias al apoyo del Estado pudo estudiar la carrera de auxiliar de soldador de estructuras en Abancay, una experiencia que marcó su vida y lo motivó a abrir su propio taller, el cual piensa modernizar con máquinas industriales y nuevos instrumentos.
“La beca me ha dado conocimientos que me acompañarán toda la vida. Siempre me consideré una persona de bien, útil para mi gente, pero con la educación siento que también soy un ejemplo de que nada es imposible”, asegura el becario que desea seguir estudiando, aunque sea el que más canas tenga en los salones de clase.
En su pueblo es conocido por su buena predisposición y energía, esenciales para superar la dura vida que ha llevado desde que, con apenas ocho, huyera de su casa tras la muerte de su mamá. Sus vecinos, quienes a menudo recurren a su taller para que les arregle carretas o les fabrique hornos, comentan que es una persona responsable, identificado con su trabajo y comprometido con su comunidad.
Una historia que inspira
Con sus guantes, mameluco, casco protector y la habilidad para manipular el soplete al momento de soldar, es un claro ejemplo de que la edad no es un límite. Sin embargo, su historia tiene episodios marcados por el dolor y la pobreza extrema.
Cuando llegó a Mara, la comunidad se encontraba en crisis económica y social, ya que como ocurrió con otras localidades de la sierra, la violencia ocasionada por el terrorismo en las últimas décadas del siglo XX los sumió en el miedo y la desolación. No obstante, junto a su esposa Paulina Peña, Guillermo integró el grupo de quienes se negaron a abandonar el pueblo, pese a las amenazas recurrentes y la desaparición de sus autoridades.
“Si antes de la violencia Mara ya era pobre, luego de esta experiencia no había ni qué comer. Para entonces, tenía solo al primero de mis cuatro hijos, así que dejamos de lamentarnos y decidimos reconstruir nuestras vidas”, cuenta recordando esa época en la que no contaban con luz ni agua potable.
Todo cambiaría cuando vio un afiche pegado en la municipalidad, en el que se ofrecía becas para personas mayores como él. No desaprovechó la ocasión y tras aprobar el examen de admisión que puso a prueba sus conocimientos en electricidad, pudo empezar su carrera.
La Beca Técnico-Productiva Repared es una oportunidad para que peruanos talentosos como Guillermo, víctimas de la violencia política habida en el país entre los años 1980 y 2000, puedan acceder equitativamente a una formación superior que les permita insertarse laboralmente en los sectores productivos de su región y cumplir el anhelo de tener un oficio.
Aunque el dolor causado por estas duras experiencias lo acompañará hasta el final de sus días, para don Guillermo, la educación ha sido la oportunidad de desarrollar sus habilidades, proveer para su familia y trabajar por el progreso de su pueblo.
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