La calidad del arte textil peruano es reconocida a nivel mundial. A continuación hacemos un repaso de cuáles son las expresiones más importantes y te explicamos por qué deben ser promocionadas y protegidas.
La historia peruana se alimenta de un crisol de culturas, con representaciones artísticas que no solo nos impresionan sino que se han convertido en parte de nuestra identidad. Una de ellas es el arte textil, la destreza milenaria del tejido que nos habla de un pueblo con creatividad y pasión, como lo demostraron las cincuenta mujeres andinas que realizaron el primer panel telar del mundo para cerveza Cusqueña.
Una forma importante de preservar nuestra cultura es a través de las declaraciones de patrimonio cultural que realiza el Estado. Además de los monumentos y restos arqueológicos, que forman parte del patrimonio tangible, el Ministerio de Cultura reconoce el valor de lenguas y tradiciones orales, de fiestas y danzas, de artesanías y costumbres. Es dentro de esta categoría, denominada patrimonio inmaterial, que se incluye los saberes del arte textil.
Es así como las piezas telares de Faja Sara y Faja Pata en el departamento norteño de La Libertad son parte de nuestro patrimonio cultural desde el 2007. La sociedad shipibo- koniba en la selva también logró ser parte de esta lista en el 2008 cuando la forma artística llamada Kené, que se expresa en cerámicas y telas, fue admitida por el mencionado ministerio.
Si hablamos de reconocimiento mundial, dos formas de tejido han alcanzado esta meta. El primero fue el arte textil de Taquile, una comunidad ubicada en el lago Titicaca, que logró el reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el 2008. En esta sociedad, el tejido es labor de los hombres. Son ellos los que hacen las prendas a mano o en telares de pedal.
Cinco años después, otro tipo de tejido logró el mismo reconocimiento: el puente Q’eswachaka, sobre el río Apurímac, en territorio cusqueño. Todos los meses de junio, los habitantes de las comunidades aledañas al puente se reúnen para destejer y volver a tejer el puente hecho con fibras vegetales, lo que constituye una tradición de larga data y única en el mundo.
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