El aclamado cineasta francés, rostro del movimiento de cine "Nouvelle vague", llega a los 90 años con dos proyectos a la espera de su filmación.
Jean-Luc Godard inscribió su nombre en la historia de la cinematografía francesa y mundial cuando en 1960 estrenó "À bout de souffle", pero seis décadas después de ese hito de la Nouvelle Vague, el cineasta, que cumple este jueves 90 años, no roza todavía la jubilación.
Dos proyectos están en estos momentos encima de su mesa, según declaró su colaborador y también director Fabrice Aragno a los medios suizos. Dos películas, para una de las cuales ya ha empezado a grabar algunas imágenes.
Cuando hizo "À bout de souffle" tenía solo 29 años. Era crítico de cine en la todavía emblemática Cahiers du Cinéma, donde la virulencia de sus artículos y de los que firmaban compañeros igualmente prometedores como Éric Rohmer, François Truffaut o Claude Chabrol les hizo ser conocidos como los "jóvenes turcos".
Se alzaron contra lo que Truffaut llamaba el "cine de papá" y cuando ese grupo decidió ponerse detrás de las cámaras rompieron las convenciones existentes e instauraron esa nueva ola, Nouvelle Vague, que irrumpió en el panorama de la época como una revolución técnica y artística.
FAMILIA BURGUESA
Godard nació en París (Francia) en el seno de una familia burguesa protestante suiza. Hijo de médico y nieto por parte de madre de banqueros suizos, vivió sus primeros años en Suiza, pero de adolescente volvió a la capital francesa y allí la Filmoteca y el cine-club del Barrio Latino fueron su zona habitual de recreo.
Su primera incursión como director fue con un documental sobre los trabajadores de la construcción, "Opération Béton" (1953). Su estreno con ese género no sería casual: cinco años después rodó "À bout de souffle" como si fuera un reportaje de actualidad, según destacó el crítico Jean-Philippe Tessé en un estudio sobre ese filme.
Esa voluntad de mostrar el mundo tal y como es, en lugar de la imagen ficticia que ofrecían los estudios convencionales, fue uno de los signos distintivos de la Nouvelle Vague, y ofreció además una espontaneidad en los actores inédita hasta entonces.
Le seguirían otras obras trascendentes como "Le Mépris" (1963), con Brigitte Bardot, o "Pierrot le Fou" (1965), con su entonces pareja, Anna Karina, y de nuevo con Jean-Paul Belmondo como protagonista, como ya hiciera con "À bout de souffle".
ROSTRO DE LA "NOUVELLE VAGUE"
De todos los cineastas de la Nouvelle Vague, Godard se mantiene como la figura más estudiada y respetada. En total ha rodado un centenar de películas, que le valieron en el festival de Cannes el premio del jurado en 2014 por "Adieu au langage" y la Palma de Oro especial en 2018 por "Le livre d'image".
No han sido sus únicos galardones. Entre otros premios, la Berlinale ha visto distinguidos "À bout de souffle" (1960), "Une femme est une femme" (1961) o "Masculin-Féminin" (1966), en Venecia "Prénom Carmen" (1983) y la Academia de Hollywood le concedió el Oscar honorífico en 2010.
"Le livre d'image", un colage de textos, imágenes y sonidos en el que hizo un particularísimo análisis de la actualidad, es su última película hasta el momento. La última de una trayectoria que evolucionó a la par que su autor, con fases que van de lo revolucionario, lo político o lo convencional a lo experimental.
"Yo soy un fabricante de películas", afirmó Godard en 2018 por videoconferencia en Cannes, donde avanzó que su futuro como cineasta no estaba solamente en sus manos: "Depende de mis piernas, un poco de las manos y de mis ojos".
Fabrice Aragno, colaborador de Godard desde hace dos décadas, despeja las dudas sobre el estado actual del director: "Está bien. Puede que su puro acabe con todos los virus", bromeó de alguien que "en su prolífica carrera nunca ha hecho el mismo filme, pero ha tenido la misma lucidez desde el principio". (Con información de EFE).
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