En las últimas semanas, los ciudadanos hemos sido testigos de una lluvia de propuestas de los distintos candidatos a la Presidencia de la República. Se nos ha prometido un sistema de salud cuasi canadiense, educación con estándares finlandeses, seguridad digna de un país nórdico, pensiones alemanas, ciencia e investigación estadounidense, transporte público británico, justicia con niveles suizos y un larguísimo etcétera. Al parecer los aspirantes al sillón presidencial tienen muy claro qué es lo que ofrecen, pero muy pocos señalan el cómo ¿Es posible financiar todas estas promesas en un contexto de depresión económica? ¿De dónde sacamos plata? Veamos.
Como primer factor, es relevante señalar que la presión tributaria de nuestro país es de las más bajas de la región. De acuerdo con la OCDE (2020), en América Latina y el Caribe (ALC) la recaudación tributaria en relación con el PIB durante el 2018, fue de 23.1%. Según esta fuente, Cuba es el país con la mayor presión impositiva de ALC con 42.3%, superior inclusive al promedio OCDE de 34.3%. El Perú tiene una presión tributaria de apenas 16.4%, ubicándose en el puesto 20 de 25 países estudiados, y muy lejos de Colombia (19.4%), Ecuador (20.6%), Chile (21%), Honduras (22,3%), Bolivia (25.4%) y Uruguay (29,2%), por mencionar algunos.
Sobre este aspecto, en abril del 2017, ya el Fondo Monetario Internacional había sugerido al gobierno peruano reducir las exoneraciones tributarias con la finalidad de incrementar la recaudación. De igual forma, la SUNAT informó que el año 2019 se dejaron de recaudar 17 mil 200 millones de soles debido a las exoneraciones tributarias. Con base en la data de SUNAT, entre el 2009 y el 2019, el Estado peruano dejó de recaudar 130 mil millones de soles debido a este mecanismo. Entre los sectores que más se han beneficiado están los hidrocarburos, las universidades con fines de lucro, la agroexportación, la intermediación financiera, entre otras.
Un segundo aspecto que puede coadyuvar a generar más ingresos es la propia gestión interna del Estado ¿De qué sirve incrementar la recaudación si el aparato público sigue siendo tan precario? En octubre del 2018, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un estudio sobre las Ineficiencias técnicas en las compras gubernamentales, servicios públicos y transferencias focalizadas en los países de ALC. En otras palabras, se analiza la manera en que se despilfarra el dinero del tesoro en burocracia, demoras, sobrecostos y corrupción. De acuerdo con el BID, las estimaciones de malgasto en compras públicas, malgasto en remuneración a empleados y filtraciones en transferencias alcanzó un 2.5% como porcentaje del PIB nacional. El Banco Mundial indicó que el PIB fue de 222 mil millones de dólares el 2018. En otras palabras, las ineficiencias técnicas cuestan más de 5 mil 500 millones de dólares por año.
En consecuencia, es impostergable que los candidatos a la presidencia propongan ahora sí una refundación total del Estado peruano ¿Por dónde empezar? Lo primero es desempolvar la Política Nacional de Modernización de la Gestión Pública del 2013, instrumento que ya identifica los ocho (08) puntos críticos que hacen que el aparato público sea tan ineficiente en el Perú. Desde mi punto de vista, el aspecto más urgente de todos tiene que ver con la “inadecuada política y gestión de recursos humanos”. El desorden administrativo y la alta rotación de personal son de tal magnitud que impiden la implementación, seguimiento y evaluación de las políticas públicas.
A manera de conclusión, las dos dimensiones que ayudarían de sobremanera a financiar las enormes necesidades sociales y sanitarias que tiene el país parten, por un lado, de revisar con lupa la política de exoneraciones tributarias. Por otro lado, refundar el quehacer del aparato público peruano. Una mejora significativa en ambos rubros podría generar al país ingresos de alrededor de 30 mil millones de soles al año, un monto significativo para cubrir las enormes necesidades básica insatisfechas que tiene la población.
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