A principios de agosto de este año, el Ministerio de Salud (MINSA) divulgó un estudio que indicaba que el 85.5 % de los fallecidos por coronavirus sufría obesidad. De igual forma, el 43 % eran diabéticos y el 27 % hipertensos. Ante esta situación, las cifras citadas por el Instituto Nacional de Salud (INS), denotan un panorama nutricional desolador a nivel nacional. En América Latina, nuestro país ocupa el tercer lugar con más casos de sobrepeso y obesidad, solo detrás de México y Chile. A su vez, de acuerdo con data del MINSA, el 53,8 % de peruanos de 15 años a más tiene exceso de peso. De ese universo el 18,3 % es obeso. Casi el 40 % de la población con exceso de peso se concentra en Lima Metropolitana. Es importante destacar que el 35,8 % de las mujeres padece sobrepeso, mientras que el porcentaje de los hombres se ubica en 35,2 %.
Esta ampliamente documentado que la obesidad y el sobrepeso hacen más proclives a las personas a desarrollar una infinidad de enfermedades, podemos mencionar: diabetes tipo 2, cáncer, hipertensión, dislipidemia, accidente cerebrovascular y apnea del sueño.
¿Cómo hemos llegado esta situación? El consenso científico internacional señala que el principal responsable de la epidemia de sobrepeso y obesidad es el consumo excesivo de alimentos ultra procesados, ricos en azúcar, sal y grasas saturadas, conocidos popularmente como comida chatarra.
Es importante recordar que a partir de 1993, se dio un importante giro en nuestros hábitos alimenticios al diseñar una estrategia empresarial para atraer restaurantes de comida rápida al Perú. Estos pasaron de 44 locales en 1996 a 557 en el 2017 (ESAN 2014, Mapcity 2017). Actualmente la cifra debe bordear los 800 ubicados en prácticamente todas las regiones del país.
La Organización Mundial de la Salud (2015) advirtió que el consumo de chatarra creció en Perú 260 % en la última década, siendo el caso más crítico de toda América Latina. Por otra parte, investigadores de la Universidad de Sao Paulo (2018) indicaron que en promedio cada peruano consume 52 kilos de chatarra al año, indicador que viene incrementándose de manera constante.
En relación con la niñez, la tasa de obesidad se ha más que duplicado entre los menores de 5 a 9 años: pasando de 7,7 % en el 2008 a 19,3 % en el 2018, de acuerdo con data del Observatorio de Nutrición y el Estudio de Sobrepeso y Obesidad. La OPS advierte que el Perú tiene la tasa más alta de crecimiento de obesidad infantil en América Latina. Lena Arias, especialista en Nutrición y Seguridad Alimentaria del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), señaló que el 80 % de los niños con sobrepeso será obeso en el futuro y desarrollará alguna enfermedad cardiovascular o algún tipo de cáncer (Torres y Ciriaco 2019).
Ante este escenario tan complejo de la COVID-19, ¿qué debe hacer el gobierno? Puede hacer varias cosas: i) una campaña masiva de comunicación sobre la importancia de la alimentación saludable, ii) promover el consumo de alimentos sanos y nutritivos no perecibles especialmente en zonas vulnerables y al momento de distribuir víveres, iii) limitar el consumo y adquisición de comida chatarra debido a la emergencia sanitaria, iv) profundizar estrategias tipo octógonos e, v) iniciar una discusión para analizar científicamente la viabilidad de prohibir que menores de edad puedan comprar comida chatarra, tal y como acaba de suceder en el Estado mexicano de Oaxaca.
A manera de conclusión, la data ha demostrado que la COVID-19 no tiene piedad con las personas obesas y con sobrepeso, este escenario abre una ventana de oportunidad para modificar nuestros malos hábitos alimenticios.
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