El notable arquitecto español Rafael Moneo recibirá, el próximo 22 de mayo, el León de Oro a la Trayectoria en la XVII Bienal de Arquitectura de Venecia. Se suma así un galardón más a un arquitecto que ya ha obtenido el Premio Pritzker en 1996 y el Premio Príncipe de Asturias en el 2013, entre otras muchas distinciones, como reconocimiento a su destacada obra profesional y académica.
Nacido en Tudela (Navarra) en 1937, José Rafael Moneo Vallés se formó como arquitecto en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, de donde egresó en 1961. Su actividad profesional la inició trabajando primero en el estudio de Francisco Javier Sáenz de Oiza (1956-1961) y posteriormente en el estudio del autor de la Ópera de Sídney, el arquitecto danés Jørn Utzon, en Hellebaek (1961-1962). Luego estudió becado en la Academia de España en Roma, entre 1963 y 1965. Retornó a España en 1965 para iniciar su carrera profesional, que alternó con su actividad como docente de composición arquitectónica en las escuelas de arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad Politécnica de Barcelona. Desde la década de los 70 participa como profesor visitante en varias universidades norteamericanas. Entre 1985 y 1990 fue nombrado decano de la Graduate School of Design de la Universidad de Harvard.
En cuanto a su trabajo como proyectista destacan obras tales como el Edificio Bankinter (1972-1977), la nueva estación de Atocha (1985-1988), el Museo Thyssen-Bornemisza (1989-1992), todas ubicadas en Madrid. En el resto de España son relevantes el Museo de Arte Romano de Mérida (1980-1985), el edificio para la Fundación Pilar i Joan Miró en Palma de Mallorca (1987-1993), el Kursaal de San Sebastián (1990-1999) y el Ayuntamiento de Murcia (1991-1998). A nivel internacional es autor del Museo de Arte Moderno de Estocolmo (1991-1998), de la Biblioteca Arenberg de la Universidad Católica de Lovaina (1997-2002), del Museo de Bellas Artes de Houston (1992-2000) y la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles (1996-2002).
Sin embargo, Moneo también es autor de varios textos memorables que son producto de su trabajo como teórico de la arquitectura, y seguramente fueron desarrollados en sus clases de composición, donde le interesa particularmente la teoría del diseño. Dentro de ellos quisiera destacar dos: el primero, el discurso académico que pronunció al ser incorporado como miembro de la Real Academia de San Fernando en el 2005, titulado Sobre el concepto de arbitrariedad en arquitectura, un recuento, desde la antigüedad hasta nuestros días, de cómo cualquier forma, producto del azar o de la intervención del proyectista, puede convertirse en arquitectura; el segundo, Inquietud teórica y estrategia proyectual en la obra de ocho arquitectos contemporáneos, libro que recoge las lecciones ofrecidas a los estudiantes de la Harvard Graduate School of Design y analiza la obra de James Stirling, Venturi & Scott Brown, Aldo Rossi, Peter Eisenman, Álvaro Siza, Frank Gehry, Rem Koolhaas y Herzog & de Meuron.
Señaló Vitruvio en el siglo I a. C., en su tratado sobre arquitectura, que sirvió de inspiración para los arquitectos del Renacimiento, que un arquitecto debe ser teórico y práctico. Los teóricos, dijo, “solo persiguen la sombra de la cosa, no la cosa misma”, mientras que el arquitecto eminentemente práctico no podrá justificar las formas que crea. Esto será recogido en el siglo XVI por León Battista Alberti, quien señalará con énfasis en su propio tratado sobre el tema: “Yo, por mi parte, voy a convenir que el arquitecto será aquel que con un método y un procedimiento determinados y dignos de admiración haya estudiado el modo de proyectar en teoría y también de llevar a cabo en la práctica cualquier obra que, a partir del desplazamiento de los pesos y la unión y el ensamblaje de los cuerpos, se adecue de una forma hermosísima a las necesidades más propias de los seres humanos. Para hacerlo posible necesita de la intelección y el conocimiento de los temas más excelsos y adecuados. Y de tal índole será el arquitecto”. Rafael Moneo es un heredero de esa tradición, pues ha mostrado a lo largo de su obra construida cómo la teoría le sirve para desarrollar una praxis arquitectónica fundamentada. El humanismo renacentista también tiene un espacio en la arquitectura contemporánea.
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