El automóvil fue inventado por Karl Benz en 1885. Se asoció con Gottlied Daimler para producir un vehículo cuyas características eran: un chasis rectangular, cuatro ruedas, motor adelante, transmisión, corona en el eje trasero, timón a la izquierda, frenos en dos ruedas, asientos para cuatro personas. El diseño básico del automóvil que dura hasta hoy. Sin embargo, en esa época los autos no eran populares, principalmente, por ser muy caros.
No es hasta 1907, en que Henry Ford, al otro lado del Atlántico, produce su primer Modelo T, que el automóvil se convierte en el bien de consumo más importante de la era moderna, y la columna vertebral de la industria. Ford es conocido por sus inventos como la línea de montaje y la estandarización de las partes y piezas, pero en realidad, su principal invento fue el automóvil barato. Para lograrlo, a punta de innovaciones y eficiencia, bajó los precios de los autos hasta llegar a 300 dólares por unidad, y al mismo tiempo, subió el salario y el sueldo de sus obreros y empleados al doble, y los convirtió automáticamente en sus primeros clientes.
La principal razón por la que la rama automotriz se convirtió en la columna vertebral de todo el sector industrial es que su modelo de producción está basado en la fabricación de decenas de miles de partes y piezas, realizada por un verdadero ejército de subcontratistas y proveedores. Un automóvil tiene típicamente 40 000 piezas, la mayoría de las cuales se producen fuera de la empresa que los ensambla y le da la marca. Es decir, se abren 40 000 posibilidades para que un empresario, incluso muy pequeño, pueda producir alguna pieza que va a formar parte del producto final. La industria automotriz se convierte así en una fuente inagotable de oportunidades para la creación de empresas y la generación de empleo bien remunerado.
Toyota, principal empresa automotriz del mundo, tiene 5 534 proveedores y subcontratistas, los que producen las 40 000 piezas. Están ubicados en todo el planeta, incluyendo Brasil, México y Argentina. Todos los países emergentes, los que más crecen y mayor riqueza crean en el mundo, como China, India, Corea del Sur, Malasia, Indonesia y Tailandia, tienen poderosas industrias automotrices, con sus propias marcas, aunque también son proveedores de Toyota y de los otros grandes fabricantes de los países desarrollados.
Nosotros, en el Perú, hemos optado por no tener una industria automotriz desde la década de 1990. Los que tomaron esa decisión pensaban que cualquier sector económico podía ser responsable del crecimiento económico. Veinticinco años después, seguimos siendo un país primario exportador con buenos indicadores macroeconómicos, pero con el 70 % de nuestra fuerza laboral con bajísima productividad, en la informalidad y amenazada por la pobreza; sin oportunidades de empleo digno para nuestros jóvenes. ¿No habrá llegado el momento de cambiar de modelo productivo, adoptar políticas industriales modernas, incluyendo la producción de autos eléctricos, y aprovechar todas las oportunidades que este sector nos brinda?
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